Lo que tantas veces se proyectó, se conversó en
infinidad de circuitos sobre el futuro del fútbol argentino, por fin se
concretó ayer. Julio Grondona, el mandamás de la AFA, el hombre fuerte del
Balompié nacional durante nada menos que 35 años, falleció generando un enorme
impacto en las estructuras del deporte más popular del país y el futuro llegó
demasiado pronto, sin avisar y llegó el momento en el que todo cambiará, por
fin, aunque el tiempo para que eso ocurra es la gran cuestión.
Como no podía ser de otra manera, Grondona no se fue
de este mundo en cualquier momento, sino en uno de los más polémicos. Justo
cuando la AFA tenía que decidir un nuevo director técnico para la selección
nacional, el día en el que Alejandro Sabella iba a comunicar su alejamiento,
tras una buena posición final en el Mundial de Brasil, cuando este fin de
semana justo comenzaba un extraño torneo de transición hacia otro mamotreto de
treinta equipos para 2015, que iba a ser el año en el que el “vicepresidente
del mundo” (como él mismo se autodenominaba) supuestamente iba a dejar su cargo
para dedicarse enteramente a la FIFA, y justo cuando apareció un extraño
artificio por el que un Vélez Sársfield ya clasificado para la Copa Libertadores,
tenía que sortear ahora un nuevo obstáculo para jugar contra Boca Juniors para
acceder a esa instancia.
Cuesta pensar cuál es el verdadero legado de
Grondona al fútbol argentino. Para algunos, son los títulos mundiales de
mayores (el de México 1986) y los seis juveniles, o las dos medallas doradas en
los Juegos Olímpicos de Atlanta y Pekín, pero al mismo tiempo, se puede
enumerar en más de cien (y sin estadísticas confiables reales ni estatales ni
afistas) los muertos por violencia del fútbol, y lo peor, su condescendencia
con los violentos, a los que cobijó, aceptó y hasta recibió formalmente, sin
haber tenido esa suerte los familiares de las víctimas.
Tampoco se encuentra en el haber final el balance
sobre la organización de los torneos o la federalización de la entidad, o su
relación con los medios de comunicación, ya sea primero con años y años emparentado
al monopolio Clarín-TyC, para darse vuelta como una media y recalar en el
Estado desde 2009, rompiendo el contrato anterior, para ingresar en el polémico
“Fútbol Para Todos”, mucho más aún por no saberse hacia dónde fueron los fondos
que el Estado giró a la AFA para que ésta distribuyera entre los clubes, que
cada vez deben más dinero, aún cuando pasaron a cobrar muchas veces lo que
percibían durante la etapa del monopolio.
Grondona proviene de Sarandí pero puede decirse que
fue un caudillo de Avellaneda, a la usanza de Barceló y Ruggierito. Como
hermano mayor de una familia que perdió a su padre muy joven, no pudo ser
ingeniero, tal como era su pretensión, pero su capacidad para entender la
realidad como pocos, siempre estuvo.
Grondona tuvo la capacidad de sumar la intuición a
una enorme rapidez y a una tremenda picardía, y como resultado de todo esto
pudo llegar de ser fundador de Arsenal a Independiente, y de éste a la AFA, y
de la AFA a la vicepresidencia de la FIFA.
Si bien es cierto que siempre tuvo algún palenque,
desde Ricardo Bochini en Independiente hasta Diego Maradona primero y Lionel
Messi después en la selección argentina, es también cierto que Grondona
resistió el embate de la dictadura militar, especialmente del contraalmirante
Carlos Lacoste, luego de los intentos del alfonsinismo por entrometer el Estado
en la AFA, después cuando Carlos Menem intentó colocar en su lugar a Juan
Destéfano, y ya en el final tuvo que lidiar con Néstor Kirchner aunque su
voltereta contra el monopolio derivó en una asociación con mucho rédito y mucho
más fondos, que siempre iban a saco roto y terminaban siendo poco para tanto
gasto sin control.
Grondona fue controlando todo hasta manejar la AFA
de taquito. Llegó a hacerlo casi por teléfono desde el hotel Bar Au Lac, en
Zurich, a donde viajaba regularmente para distintas reuniones con la FIFA. Fue
quien levantó el brazo de Sepp Blatter cuando éste fue designado presidente de
la entidad mayor del fútbol mundial y manejó sus finanzas sin saber hablar
inglés.
Todo pasaba por él y nadie, en el fútbol argentino,
movía un dedo sin su aprobación hasta crear el modelo del dirigente grondonista,
un modelo que amenaza con continuar si no aparece una generación joven con
ideas completamente distintas.
Grondona fue el autor del “Todo pasa”, que acuñó en
su anillo, y que simbolizaba muchas cosas en una. Lo principal es que nada
importaba demasiado. Todo podía cambiarse de un día para el otro de acuerdo a
las conveniencias si eso respondía al interesado de turno. Ya luego, eso fue
modificado por el obsceno “Algo queda”, en la medalla de otro dirigente amigo.
Cambió los dos torneos del año (Nacional y
Metropolitano) por uno anual pero con el calendario europeo, estableció el
sistema de los promedios para el descenso con la aceptable explicación de que “el
que desciende así es el club, no el equipo”, pero lo hizo coincidir con torneos
cortos con la idea de que hubiera muchos campeones y todos felices, aunque con
la idea de esa felicidad corta, que conforma a tantos. Y nunca hubo tantos
campeones, aunque efímeros en su mayoría.
Porque también Grondona significó impunidad. Para
negociar con los poderosos, para exprimir a los clubes hasta empobrecerlos en
pleno tiempo de una AFA rica desde su selección nacional (lo que verdaderamente
importaba, la cara externa y en moneda de más valor), o para amparar a los
violentos.
De fondo, todo fue lo mismo: un tiempo en el que la
AFA se aggiornó para reconvertirse al sistema de funcionamiento del capitalismo
en el fútbol: un sistema que formara jugadores para ser transferidos pronto al
Primer Mundo, por unos morlacos de más que conformaran a los exportadores de
turno.
Para eso, hubo que conformar un sistema unitario,
centralista, con una entidad vaciada de contenido, con los medios de comunicación
haciendo el juego, con los violentos reprimiendo a quien osara rebelarse, y al
final, con el Estado como asociado, amparando las operaciones. Todo un modelo
de principio a fin, que ahora comienza a ponerse a prueba.
¿Qué pasara de ahora en más? Parece haber tres vías
posibles: El grondonismo, tal como está, sin Grondona, que parece lo más
probable hasta octubre de 2015 al menos, el grondonismo del siglo XXI a través
de quien podría ser su principal sucesor, asociado al show, Marcelo Tinelli, o
el inicio de una nueva etapa con una generación nueva de dirigentes que
comprenda la necesidad de democratizar, federalizar, pacificar y repensar un
modelo más amigable de fútbol, más asociado con el retorno al juego que con la
globalización del negocio.
Es el gran desafío que se plantea para el fútbol
argentino cuando, de repente, llegó su Día D.
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