DESDE CHILE
El director técnico de la selección argentina,
Gerardo Martino, no descartó entre sus inquietudes para el partido de esta
noche que su compatriota y amigo, Ramón Díaz, cambie de esquema y le proponga
un planteo diferente al que terminó en empate 2-2 en la fase de grupos de esta
Copa América.
Martino participó
ayer de la ya habitual conferencia de prensa previa a los partidos y
como siempre, no quiso dar a conocer los once titulares que saldrán esta noche
a las 20,30 horas a enfrentar a Paraguay por la segunda semifinal de la Copa
América y que definirá qué equipo será rival de Chile en la gran final del
sábado en el Estadio Nacional de Santiago.
De todos modos, se supone que el equipo argentino
saldrá a jugar ante Paraguay en el estadio Ester Roa Rebolledo de Concepción, y
que ha sido recientemente remodelado, será con los once titulares habituales,
con Sergio Romero; Pablo Zabaleta, Ezequiel Garay, Nicolás Otamendi y Marcos Rojo;
Lucas Biglia, Javier Mascherano y Javier Pastore; Lionel Messi, Sergio Agüero y
Angel Di Maria.
Este partido de semifinal ante Paraguay está rodeado
de varias polémicas y cuestiones extra-futbolísticas que Martino también abordó
en conferencia de prensa, como el cuidado que deben tener Mascherano, Agüero y
Messi en vistas a una posible final ante Chile, cuando los tres arrastran una
tarjeta amarilla y con una segunda que reciban, se perderían el choque decisivo
del sábado.
“Sería una pena que eso pasara, pero nosotros
tenemos que pensar primero en el partido”, dijo Martino, relativizando en parte
la situación aunque esta suspicacia está relacionada con la extraña designación
del árbitro brasileño Sandro Ricci, quien estuvo relacionado con el polémico partido
de cuartos de final entre Chile y Paraguay, en el que no vio la agresión de
Gonzalo Jara a Edinson Cavani, y tampoco tuvo ningún castigo para los jugadores
uruguayos en la trifulca final y la agresión a uno de los jueces de línea.
Ricci se había defendido en declaraciones a un sitio
web brasileño al decir que el Comité Arbitral de la Conmebol (dirigido por el
paraguayo Carlos Alarcón, al que la propia Federación Paraguaya le quitó apoyo
oficialmente) lo avaló tras ese partido, pero primero había sido designado un
ecuatoriano Carlos Vera, y luego, a última hora, dado de baja y reemplazado por
Ricci, que parecía que no iba a tener más oportunidades en el torneo, en otra
muestra del desgobierno y los continuos cambios dirigenciales en la Conmebol.
“Lo designaron porque hizo bien los deberes”, salió
a decir el ex capitán de la selección uruguaya Diego Lugano, mientras que
Martino prefirió un perfil más bajo y afirmó que “sólo dije y mantengo que lo
del episodio Cavani fue una vergüenza, pero no tengo más nada que decir de los
arbitrajes”.
En cambio, Martino sí se refirió más al problema de
la concreción en ataque de las jugadas de gol. “Allí sí estamos en rojo”,
admitió, y recordó lo que ocurrió en el segundo tiempo ante Paraguay y Uruguay,
y en los partidos ante Jamaica y Colombia.
Para el equipo argentino, este partido es clave, no
sólo porque le puede dar el pase a la final de la Copa, sino para recuperar
poder de gol y ante un rival al que tenía vencido y dejó recuperar en aquel
partido de la fase de grupos en La Serena.
Ramón Díaz, más distendido, volvió a elogiar a la
selección argentina como “la mejor del mundo y con el mejor jugador del mundo”
y bromeó con que sus jugadores “ya me ganaron dos camionetas en las apuestas y
ahora me ganarán una tercera”.
Otro factor es el del público. A diferencia de
ambientes más distendidos y playeros como La Serena y Viña del Mar, Concepción,
mucho más al sur de Chile, es fría y el público parece mucho más hostil hacia
el equipo nacional, más ahora que saben que de ganar, será el gran rival a
vencer el sábado.