Con la renuncia del suizo Joseph Blatter a la
presidencia de la FIFA a sólo tres días de ser reelecto y tras 17 años de
mandato, y 41 si se toma en cuenta la asunción de su antecesor, Joao Havelange,
de quien fue secretario general, cae un imperio basado en un criterio muy
particular de articular negocios y pasión, y de la peor manera: con la mayoría
de sus principales protagonistas en la cárcel, o a punto de ser extraditados a
los Estados Unidos, o buscados por la Interpol.
Blatter estaba al caer, debido a la intensificación
de la investigación en su implicación en los hechos de corrupción que se llevan
a cabo en dos causas judiciales paralelas (una por la compra de votos para el
otorgamiento de las sedes mundialistas de 2018 y 2022 y la otra por coimas en
la compra y venta de derechos de TV y marketing para las Copas América 2015,
2016, 2019 y 2023).
Pero el suizo cayó de la peor manera, con una
historia desopilante, digna de los países con menor institucionalidad, donde
todo vale.
Si ya políticamente Blatter apenas si se sostendría
en esta nueva presidencia con los votos de Asia y Africa (100 de los 133 que
obtuvo), es decir, sin el apoyo de la mayoría de los europeos y con la Conmebol
dividida, lo publicado el lunes por el New York Times lo dejaba con un pie y
medio afuera de su mandato.
El prestigioso diario estadounidense, que consultó
al propio secretario general de la FIFA, Jerome Valcke, implicó a éste en el
giro de 10 millones de dólares al triniteño Jack Warner, de la Concacaf, desde
la FIFA, que de esta manera se hacía cargo del intento de compra de votos por
parte de organismos sudafricanos en el intento de organizar el Mundial 2010.
Lo que ocurrió es que en 2008, cuando debía girarse
el dinero para la cuenta de Warner, según cuenta el New York Times, los
sudafricanos no podían reunir ese dinero, por lo que la FIFA se hizo cargo,
descontando ese monto a los propios organizadores del Mundial siguiente en el
momento de enviarles el dinero correspondiente al soporte de ese evento.
Claro que para que este dinero fuese girado desde la
FIFA, necesitaba primero la autorización del titular de la comisión de Finanzas
de la entidad, que no era otro que el fallecido Julio Grondona, según dijo la
vocera de FIFA, Delia Fisher.
Estos procedimientos, aunque hubo otros menos
desprolijos y más corrientes, forman parte de este entramado de negocios que
tomaron a la pelota como excusa, y que comenzaron desde que el brasileño Joao
Havelange definió como una “multinacional del fútbol” que fue acercando a los
sponsors y a los países más ricos, otorgándoles torneos y todo tipo de
prebendas a cambio de votos y fortunas.
La FIFA para esto, se valió de algunos postulados
fundamentales, como no aceptar que intervenga la justicia ordinaria de los
países y mucho menos la internacional, de manera tal que unos gerontes y en
especial, europeos, decidieran por centenares de millones de hinchas de todo el
mundo, y maniobraran los reglamentos a su modo, incluida la falta de tecnología
en pleno siglo XXI, cosa de poder manipular los resultados favoreciendo a
quienes más convenía en cada caso.
Así fue también que la FIFA no tuvo empacho en
aliarse a dictaduras como la argentina para el Mundial 1978, o el poder qatarí
que denigra a las mujeres, explota a los extranjeros con mano de obra barata
(muchos han muerto en obras para el Mundial 2022) o financia actividades
terroristas.
Todo valió en estos años, en los que también la FIFA
se sirvió del instrumento de los emporios televisivos, arbitrajes escandalosos
y de orígenes espurios, y no importaron horarios, terremotos ni golpes de
Estado.
La gran pregunta es lo que vendrá. Muchos parecen
eufóricos por la salida de Blatter y de otros dirigentes, muchos de ellos
sudamericanos (algunos, verdaderos personajes de historietas mafiosas más
ligadas a la comedia que a la tragedia), pero la renovación institucional no se
presenta tan fácil.
Blatter llamó a un Congreso Extraordinario,
posiblemente para fin de año, que apure la llegada de su sucesor, para no
esperar el de marzo de 2016 en México, pero por ejemplo Michel Platini, el
titular de la UEFA, que en los últimos meses apareció crítico hacia el suizo,
bien podría representar un continuismo.
Platini era el sindicado para ser el delfín de
Blatter, y para eso fue colocado en la UEFA para bloquear a los dirigentes de
los países centrales, siempre opositores a la conducción de FIFA, con la idea
de que más tarde saltara de Nyon (la sede europea) a Zurich, pero comenzó a
molestarse porque el suizo no quiso abandonar el poder y así fue que horas
antes de esta última reelección, le alcanzó a decir “déjalo Sepp, déjalo ir”.
Pero eso no significa que Platini sea opositor y
ahora que efectivamente (aunque sea por hechos que lo forzaron), Blatter se
fue, el francés podría tomar su lugar con un dejo de modernización. De hecho,
minutos después de la renuncia, el mismo Platini (al que Maradona define “una
hoja al viento”) sostenía que la decisión del suizo fue “difícil, valiente y
correcta”.
Otro interrogante es el príncipe jordano Ali Bin
Hussein, derrotado por Blatter 133 a 73 y supuestamente apoyado por la mayoría
de los votos de la Conmebol (Uruguay y Chile a la cabeza, Argentina sólo de
pico para afuera), y la mayoría de los europeos, y con Diego Maradona como uno
de sus sostenes.
Otros candidatos que se habían bajado y tal vez
podrían ahora presentarse son el ex jugador portugués Luis Figo, el dirigente
holandés Michael Van Praag y hasta el ex miembro de FIFA, Jerome Champagne.
Habrá que ver por cuál candidato se lanzan los
europeos, que salvo los casos de incondicionales aliados de Blatter como España
o Italia, sumado a Rusia, por ser elegida sede del Mundial 2018, fueron en
general siempre acérrimos opositores, al punto de que ya tenían pautado
reunirse este viernes en Berlín (sede de la final de la Champions League del
sábado entre el Barcelona y la Juventus) para boicotear el Mundial 2018 y hasta
buscar uno alternativo, algo que ahora no hará falta, aunque no implica que
crean a pie juntillas en Platini.
Para la Conmebol se abren más interrogantes, con su
dirigencia antigua diezmada.
Fallecido Grondona, preso Nicolás Leoz, el
paraguayo ex titular de la entidad, detenido y con extradición el uruguayo
Eugenio Figueredo y con la Interpol buscando a los empresarios de medios Hugo y
Mariano Jinkis (Full Play) y Alejandro Burzaco (Torneos), y el brasileño José
Hawilla (Traffic), el panorama es de un necesario cambio de mando y de enfoque,
lo cual también llega a una AFA muy convulsionada en estas horas, y no es para
menos.
En la AFA, aún debe dilucidarse no sólo el camino,
que se va acortando, para la sucesión de Grondona, sino también que se sepa la
verdad de su voto en Zurich, seriamente dudoso. El presidente de River Plate,
Raúl D’Onofrio dice que votaron por el “sheik” (sic) Alí Hussein, pero la suma
general no ayuda, aunque ya cae mejor seguir con esta postura, sea verdad o no,
a la luz de los hechos.
Pero de cara al interior del edificio de la calle
Viamonte 1366 en Buenos Aires, otra es la cuestión y los viejos dirigentes
grondonistas, que se sienten traicionados, quieren saber si la delegación de
Zurich les hizo caso o no. Es que en estos meses se juega todo el poder y nadie
quiere quedarse afuera.
En tanto, el ex crack brasileño Romario, ahora
legislador, propuso (y consiguió) una Comisión Investigadora Parlamentaria
(CPI) para la posible vinculación entre las coimas y la compra de derechos de
TV y los sponsors.
¿Qué queda, entonces para la Argentina, en la que
hasta el Estado tiene vínculos estrechos por el Fútbol Para Todos, al estar
asociado a Torneos, cuyo CEO es buscado por Interpol?
Por ahora, eso parece Año Verde. Es más fácil,
parece, que caiga Blatter.
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