DESDE SANTIAGO DE CHILE
Su rostro se hizo
famoso hace pocos días, cuando recorrió el mundo desde la TV como veedor del
escandaloso Boca-River que se suspendió al terminar el primer tiempo de la
vuelta de los octavos de final de la Copa Libertadores .
En un mediodía
primaveral y frío, en un desolado hotel que esperaba en vano la llegada de los
dirigentes de la Conmebol para presenciar a la noche la ceremonia inaugural, el
boliviano Roger Bello se presta, muy cordial y con semblante firme pero sereno,
a una extensa entrevista con el enviado de Jornada.
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Seguramente debe haber sido la
experiencia más fuerte que le tocó vivir como dirigente de fútbol, el haber
sido veedor de aquel Boca-River de la Bombonera por la Copa Libertadores.
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Sin ninguna duda. Nunca me pasó nada
igual, o al menos, de estas dimensiones. Es la primera vez que la agresión se
da dentro del perímetro del campo de juego hacia los jugadores y no que
provenga de barras bravas o hacia los árbitros.
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¿Por qué tanto tiempo de espera con los
jugadores de los dos equipos en el césped?
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Sabíamos que hay una ley argentina
contra las barras bravas locales así que lo primero fue percatarnos de la
situación. La Conmebol propende a que todos los partidos tienen que terminar en
el campo de juego, y así era nuestra idea, hasta que llamamos al médico de la
Conmebol, él revisó a los jugadores de River y nos dijo que había algunos con
quemaduras de segundo grado. Entonces le dije al árbitro Darío Herrera que no
había condiciones para seguir “pero vos sos acá la máxima autoridad y sólo te
puedo decir que si lo suspendés ahora, la gente se va a enardecer. Lo mejor es
dilatar la decisión como para apaciguar lentamente los ánimos”.
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Es decir que usted, siendo boliviano,
tuvo una lectura cultural de lo que pasaba, hizo una interpretación de cómo
reacciona el hincha argentino en casos así.
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Sí, yo sé bien lo que es un Boca-River y
sé que el que pierde, lo sufre mucho. Vienen los memes, las cargadas, el
folklore, y todo se toma dramáticamente así que preferí tratar de coincidir con
Herrera para que hablemos con cada una de las partes que componen la
organización del espectáculo y con el operativo policial. Él estuvo de acuerdo
y a la hora y veinte minutos también acordamos con el jefe de Policía para que
tuviéramos garantías fuera y dentro de la cancha y en las calles aledañas a la
Bombonera.
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Es decir que usted fue el que sugirió
que se suspendiera el partido…
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Yo se lo sugerí a Herrera y él aceptó,
así que fue consensuado. Luego, a la madrugada hice el informe y una hora
después me llamó el presidente de la Conmebol, Juan Angel Napout para ver cómo
me encontraba y me dio todo su respaldo.
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¿Le dijo si había procedido bien?
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Bueno, yo estoy ahora de veedor de la
Conmebol en la Copa América, así que eso significa que estuvieron satisfechos
con mi trabajo en Buenos Aires.
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Otro hecho extraño fue el ingreso al
césped del presidente de River Plate, Rodolfo D’Onofrio.
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Sí, pero en cierta forma, es lógico
porque quería ver cómo se encontraban sus jugadores, pero le pedimos que se
retirara porque no podía permanecer allí.
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¿Cuál fue la verdadera actitud de los
jugadores de Boca?
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Ellos me preguntaban a cada rato cuánto
tiempo más íbamos a estar así y yo les contestaba que por reglamento teníamos
que estar hasta 45 minutos esperando hasta definir la situación pero si no era
suficiente, necesitaríamos más tiempo hasta encontrar una solución.
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Otro hecho polémico es el rol que tuvo
el secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni. Él dice que en la sala
de controles lo conminó a usted a que si en cinco minutos no suspendía el
partido, lo suspendería él mismo por ser la máxima autoridad como representante
del Estado. ¿Fue así?
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Sí, fue así, pero él no discrimina la
seguridad de un espectáculo general y un partido de fútbol y nosotros tenemos
una regla general para estos casos específicos. Para nosotros había tres puntos
fundamentales: Que la gente se fuera del estadio pacíficamente y en el mayor
número posible, que los jugadores abandonaran la cancha sin problemas hacia el
vestuario, y que luego, se fueran sin problemas del vestuario a la calle hasta
su destino final.
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¿Qué dijo Berni cuando usted le dijo que
el fútbol tenía sus normativas?
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No me respondió nada. Yo accedí a
reunirme con él por ser él una autoridad nacional, pero luego, la Conmebol
aplica sus propias normativas.
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¿Qué sensación le produce ver que el
Panadero, confeso agresor de los jugadores de River, sigue en libertad?
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La verdad es que ninguna en especial
porque nuestro trabajo es tan dinámico, que a las pocas horas de regresar a
Bolivia, ya la Conmebol me había enviado de veedor a otro partido en México, el
Tigres-Emelec del 26 de mayo. O sea que
en cierta forma, lo veía por la TV, desde el día siguiente al clásico, como un
espectador más, con total distancia.
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Parece increíble que siendo usted uno de
los grandes protagonistas de aquella noche en la Bombonera, al otro día lo veía
desde lejos como cualquiera.
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Sí, es que yo soy un dirigente de muchos
años en el fútbol sudamericano. Estoy en la Conmebol desde 2003 y antes, fui
dirigente del club Blooming de Santa Cruz de la Sierra en el que fui tres veces
secretario general en la Liga de Fútbol profesional. Hay que ser frío, aunque
se dice que el fútbol maneja pasiones y no buenas razones (se ríe).
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¿Cuáles eran sus prioridades cuando
comenzó el incidente?
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Los primeros cinco minutos, son claves,
porque es cuando uno cree que el mundo se le viene abajo y que no hay solución
posible, con la gente enardecida. Conozco muchísimos estadios en el continente
pero ninguno tiene la estructura como el de Boca y entonces trataba de mantener
la calma y apelar al paso del tiempo. Miraba a la tribuna con un ojo, y con el
otro, a los jugadores de River, sin perder de vista a los de Boca.
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¿Qué papel jugó Herrera? Muchos medios
decían que no estaba a la altura de un clásico así.
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Herrera estuvo siempre sereno, a pesar
de ser su primer clásico y me agradeció porque le di un poco de tranquilidad. Al
final, creo que tomamos la mejor decisión.
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¿Por qué lo dice con tanta seguridad?
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Por la reacción de la mayoría. Mucha
gente con niños, o con mujeres, o las propias mujeres, ni bien vio que el
partido no continuaba, optó por irse. Usted sabe que en general mucha gente se
suele ir cinco o diez minutos antes del final, en este caso, se fue al rato,
por muchas razones, por la propia intuición o porque al día siguiente
trabajaba, y eso facilitó nuestro trabajo porque sabemos que cuando la gente se
pone mal, responsabiliza a todos los actores por los hechos.
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¿No temió por lo que pudiera pasar a la
salida? Usted sabrá que en 1968, en un River-Boca en el Monumental. Una puerta,
la 12, estaba cerrada y murió apretada mucha gente, 71 personas.
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Sí, por eso apelé a los que trabajan en
las puertas y me dijeron que todos estaban en sus puestos y con un gran sentido
de la responsabilidad, y eso también ayudó para que todo saliera bien.
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Se vio también que al final, cuando ya
parecía que los jugadores de River se irían al vestuario, los de Boca
comenzaron a sacarse los buzos y practicar con pelota, como si no quisieran
irse.
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La sensación que yo tenía era que los
jugadores de Boca, como eran locales, querían que primero se fueran los
visitantes.
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¿No era la idea mezclarse y que así los
jugadores de River fueran protegidos por los colegas de Boca?
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Sí, y vio que Rodolfo Arruabarrena, se
fue al vestuario, es decir que parece que la intención estaba, pero se coordinó
de manera de que los jugadores de River salieran por la manga del árbitro y ya
se acabó el problema.
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¿Qué experiencia saca de este clásico?
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Me quedan recuerdos buenos y malos. Lo
dividiría en dos partes, la expectativa era enorme por ser veedor de este
partido y en ese sentido, soy un privilegiado, pero también es cierto que no
pudo concluir el partido y me deja una sensación rara, pero entiendo que se
trata de factores externos. Estoy tranquilo de conciencia y más cuando vi a
Napout hablar en TV y decir que yo había estado bien y que había manejado bien
los tiempos. Mejor todavía me quedé cuando volvía a Bolivia, coincidí con dos
equipos argentinos de rugby en el aeropuerto, y querían sacarse fotos conmigo y
me decían muchos de ellos que eran de Boca y que yo había estado muy bien.
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Ahora usted está como veedor de la Copa
América. ¿Qué siente estar allí y que sus dirigentes sean tan cuestionados e
involucrados en casos tan graves de corrupción?
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Es una sensación de injusticia porque
las instituciones son las más dañadas y queda una mala imagen cuando se trata
de personas, pero son situaciones reversibles, que estoy seguro de que se
aclararán.
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En síntesis, usted está satisfecho con
su actuación en la Bombonera.
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Por supuesto, y más que tanta gente me
lo hizo ver. A propósito, ¿de qué cuadro es usted?...
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