DESDE VIÑA DEL MAR, CHILE
Las dos caras de la moneda para la selección
argentina en la Copa América de Chile. Por un lado, la ratificación del primer
lugar en el Grupo B, y por otro, una preocupante victoria por 1-0 ante la débil
Jamaica, dejando la idea, otra vez, de una caída física en los últimos
veinticinco minutos.
El equipo argentino, que ahora espera como rival de
cuartos de final para el próximo viernes a las 20,30 en este mismo estadio Sausalito
entre Ecuador (tercero del Grupo A) y el que quede quede tercero del Grupo C
(Brasil, Colombia, Perú o Venezuela), comenzó bien el partido, llegando hasta
las puertas del área de Jamaica, generando varias ocasiones de gol, pero en la
segunda parte todo se hizo más anodino y la imagen se fue desdibujando hasta
transmitir que los centroamericanos podían arañar un empate que hubiera llevado
el liderazgo a un sorteo con Paraguay.
El tempranero gol de Gonzalo Higuaín, con una media
vuelta con apenas 10 minutos de juego, hacía prever una goleada porque se
esperaba que Jamaica adelantara algo sus líneas, pero los dirigidos por el
alemán Winfried Schäfer prefirieron seguir igual, con un esquema 4-4-1-1
inamovible y muy compacto, cerca de su arquero Dwayne Miller.
De cualquier forma, eso no puede ser jamás una
excusa para una selección de los quilates de la argentina, con el mejor jugador
del mundo (Lionel Messi) en sus filas, al punto que al final, la mayoría de los
rivales lo esperaban para algunas selfies en el propio campo de juego o en el
área de la zona mixta.
Cuesta creer, entonces, que más allá de algunos
buenos pasajes en el primer tiempo, con varios remates cercanos al gol, y
alguna llegada de Angel Di María frente a Miller, en el segundo tiempo el equipo
argentino optara por un ritmo tan cansino como intrascendente y tampoco se
entendió el primer cambio, no tanto por la salida de Javier Pastore, que no
repitió la actuación ante Uruguay, porque estaba amonestado, sino por el
ingreso del tucumano Roberto Pereyra.
Lo de Pereyra podría haberse entendido si el jugador
de la Juventus hubiera sido colocado por la banda derecha para abrir a la
defensa rival, con Di María haciendo lo mismo por izquierda, pero su posición
fue hacia el medio, perdiendo fuelle por allí.
Gerardo Martino, el director técnico argentino, optó
entonces por Carlos Tévez en lugar de Higuaín, pero el Apache se perdió en la
misma dinámica colectiva con un problema que ya es recurrente: el quedo físico
en los últimos 25 minutos, y ya incluso la pelota, que antes era monopolio
albiceleste, comenzó a dividirse con los jamaiquinos.
“Estamos como estamos en lo físico. Espero que con
seis días de descanso, mejoremos en este aspecto”, se sinceró Javier Mascherano
pocos minutos después del final del partido. Y la sensación es que desde los
cuartos de final, en eliminación directa, esta condición física puede ser
letal.
Martino pretende que todos colaboren cuando se
pierde la pelota en lo que él llama “retroceso” escalonado desde el último
delantero hasta los volantes, buscando el “equilibrio” pero no es algo que se
vea hasta aquí. Todo lo contrario: el equipo se desinfla, cede el protagonismo,
pocos marcan y el rival de turno se da cuenta de que avanzando un poco, tal vez
pesque algo en aguas revueltas.
El cambio final de Eric Lamela por Angel Di María,
más allá de pretender recuperar cierta tenencia de la pelota, ya se produjo en
un momento irreversible, cuando Jamaica iba con lo poco que tenía, y Argentina
aguantaba esperando el final para volver lo antes posible a La Serena, y
descansar.
Demasiado pobre para lo que representa el rival y
para lo que significa la historia del fútbol argentino. Se ganó y punto. Poco
más que el resultado y la estadística, para destacar. También Martino se plegó
a esta idea.
Al cabo, lo único rescatable de anoche.
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