Desde Moscú
Por fin, después de tantos días de bocas cerradas y
silencio de radio, habló la selección argentina. La misma que se fue, en fila
india, y mirando a la cara a los periodistas de medios radiales y escritos
parados detrás de la cuerda de la zona mixta del estadio de Nizhny Novgorod,
pero sin decir nada, ni siquiera pedir disculpas y argumentar que no se tiene
ganas de decir nada.
La selección argentina, ahora, mordíó el polvo de la
necesidad de aclarar, porque cayó en la propia trampa que fue imponiendo su propio
sistema, el de dirigirse sólo a los grandes medios, a la TV, a los únicos que
le interesan, y ese monstruo que ellos mismos inventaron, fue el encargado
principal de las “fake news” de ayer, en un frenético ir y venir de versiones
antojadizas que mucha gente compraba en la Argentina como el pan y la leche.
Cuando hay silencio, cuando no se manifiesta un
pensamiento, una idea, un concepto, como ocurre con los jugadores de la
selección argentina desde hace años, se da lugar a este tipo de jueguitos, como
los de los famosos “periodistas de guardia”, en la puerta del Bronnitsy
Trainning Centre, para ir transmitiendo, cual relato de un partido, que ahora
parece que están todos peleados, o distanciados, o que el grupo está partido, o
que se quiere auto gestionar. Todo vale si mide algunos puntos de rating.
Y luego, como ocurrió en la mañana de Bronnitsy,
tienen que aparecer Javier Mascherano, líder conceptual de esta selección para
poner los puntos sobre las íes, que pudieron estar mucho antes si la relación con
los medios fuera normal, y para sostener, desde el sentido común, que el
“ruido” generado alrededor de la Selección “no ayuda” y que desde Buenos Aires
hay un personaje “nefasto” (refiriéndose a un director técnico que aparece de
manera continua en los medios, desde Buenos Aires, con versiones como la de una
supuesta pelea a golpes de puño entre Mascherano y Cristian Pavón.
Lo que sostiene Mascherano suena correcto: los
jugadores sólo pueden controlar lo controlable y no pueden estar respondiendo a
cada versión, pero también es cierto que si sumamos los días de concentración y
preparación previa para el Mundial, es escasísimo el tiempo total destinado a
la prensa y eso lo corrobora cualquiera de los colegas de los medios
extranjeros que siguen al equipo nacional ya desde Barcelona y ahora en el
Mundial.
También Mascherano refleja la relación entre el
plantel y el director técnico, Jorge Sampaoli, que en ningún momento define
como perfecta, pero también aclara que las sugerencias son parte de una
relación lógica entre jugadores y entrenador en cualquier equipo, y no por eso
es que quieran ellos mismos gestionar el equipo.
No es que todo sea para tirar manteca al techo y nos
consta, por diálogos que hemos mantenido con algunos actores, que la relación
entre jugadores y el DT es distante y no sólo de parte de ellos, que le
critican varios aspectos de su trabajo, sino también en sentido contrario, por
las formas de conducirse el grupo.
Sampaoli no parece confirmar tampoco a la AFA pese
al dinero invertido en su contratación y en las condiciones que se fijaron para
el trabajo, pero eso no significa que Jorge Burruchaga, el manager, estuviera a
punto de dirigir este martes.
En este sentido, el presidente de la AFA, Claudio
Tapia, también tomó la palabra en Bronnitsy para afirmar que los periodistas
“mienten” en cuanto a lo que ocurrió ayer con las distintas versiones y pidió
“ayuda” en cuanto a difundir primicias como la formación del equipo antes de
tiempo, lo que puede “perjudicar”.
Otra vez, la sensación es que Sampaoli pone a todos
en la misma bolsa, porque no son tantos medios escritos o radiales, que hacen
un enorme esfuerzo para estar en el Mundial, los que mienten o echan a correr
versiones, audios y videos, sino justamente aquellos poderosos que necesitan estar
24/7 en la puerta del centro de entrenamiento a ver si encuentran algo y este
tipo de crisis es muy vendedora.
Hace dos décadas o más, no había tantos canales
temáticos de cable transmitiendo en vivo todo el día, ni tampoco whatsapp para
difundir audios y videos, pero aquellos encargados de difundir los rumores que
luego encuentran la crisis son los mismos a los que Tapia y los jugadores
hablan de manera exclusiva.
Entonces, acaba pasando como aquella publicidad que
decía “no se queje si no se queja”. Si sólo interesan esos medios de las
guardias, los rumores y el humo, luego tengan la deferencia de aceptar que era
un método equivocado y hablen con todos, o sigan en silenzio stampa, pero no
pueden hacerse los desentendidos y descubrir ahora cómo operan esos medios,
aunque les puedan pedir que colaboren.
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