Desde Moscú
Siguen pasando los días, estamos en la séptima
jornada y sólo queda el partido entre España e Irán para la noche rusa (21
horas, 15 de la Argentina) y no hemos podido ver, todavía, una gran exhibición
de fútbol.
Apenas México, en el primer tiempo, ante Alemania, o
algunos buenos pasajes de Japón ante Colombia, o la capacidad goleadora de
Bélgica han podido pasar el límite de la mediocridad y, por supuesto, el
sorprendentemente alto rendimiento de los rusos, locales en el certamen y con
un grupo accesible, aunque están superando cada etapa con holgura.
No es casualidad que en los dos partidos de hoy,
hayan ganado los dos equipos que la lógica indicaba (primero Portugal ante
Marruecos, luego Uruguay ante Arabia Saudita) pero en ambos casos por la mínima
diferencia y con un tanto temprano de sus goleadores, Cristiano Ronaldo y Luis
Suárez. Ambos de la Liga Española.
Tuvimos la posibilidad de observar las acciones de
Portugal-Marruecos en el estadio Luzhniki, y el rendimiento de los lusos estuvo
lejos de deslumbrarnos. Se trata de un equipo muy limitado, que cuenta con un
goleador excepcional como Cristiano Ronaldo, quien brilla con luz propia y no
necesita mucho: marcó su tanto a los cinco minutos, y luego se dedicó a
descansar parado en la mitad de la cancha, con sus brazos en jarra, a la espera
de algún contragolpe.
La estrella del Real Madrid, desde entonces, no
participó casi del juego, tuvo dos tiros libres más (ambos generados por él
mismo) que terminaron en la barrera africana y un remate muy cerca del palo de un rebote que
recogió tras una pifia defensiva, por estar bien ubicado.
Por lo demás, Cristiano Ronaldo (quien se puso el
dedo en la oreja en el festejo del gol tras escuchar desde los marroquíes que
coparon las tribunas el permanente “Messsssi, Messi”) miró el partido de lejos,
bajó a su área en algún que otro córner y dio indicaciones sobre a quién marcar
y cómo, pero nada más.
Portugal sabe que cuenta con su “ancho” de espadas
para cuando sea necesario y ya Cristiano Ronaldo es el máximo golaeador del
Mundial con cuatro en dos partidos, aunque el resto del equipo se base en la
seguridad de su arquero Rui Patricio, el buen juego aéreo de Pepe, cierta
movilidad en el medio de Bernardo Silva, pero muy poco talento asociado al
goleador.
Ante Marruecos bien pudo haber empatado y hasta
perdido por el buen toque de los norafricanos, pero éstos tienen un crónico
problema de definición y transmiten la sensación de que pueden manejar un
partido y estar todo el día frente al arco sin poder convertir.
Luego, Uruguay se pareció un poco a Portugal porque
tenía enfrente a un rival accesible como Arabia Saudita, pero apenas si le ganó
con un gol inicial de Suárez y aunque luego quiso más y tuvo la pelota, no tuvo
efectividad ni demasiadas llegadas claras.
Por la forma en que paró el equipo Oscar Tabárez,
todo indica que Uruguay apostó al único objetivo (conseguido) de clasificarse a
los octavos de final, pero no reparó en que con la escasa diferencia de goles,
ya sólo le queda ganarle a Rusia en el último partido del grupo si quiere
evitar ser segundo y tener que enfrentar muy probablemente a España.
El problema de los “celestes” está en su mediocampo,
porque tanto la dupla de ataque entre Suárez y Edinson Cavani, como la de los
dos centrales José María Giménez y Diego Godín, determinan cierto grado de
solidez.
Pero lo que no tiene es armado de juego. Carlos
Sánchez desde la derecha puede aportar cierta técnica pero por la izquierda, lo
de Cristian “Cebolla” Rodríguez es correr, igual que lo de Matías Vecino, y lo
de Rodrigo Bentancur sigue siendo un inmenso jeroglífico sin demasiada
explicación.
De todos modos, el Mundial ya tiene a sus primeros
dos clasificados para octavos de final en Rusia (el local) y Uruguay, pero
seguimos esperando más señales de crecimiento de las potencias y no este torneo
por ahora chato, sin grandes producciones.
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