Desde Barcelona
Pasó la anteúltima fecha FIFA. Croacia jugó ante
Brasil, Islandia, ante Noruega, y
Nigeria ante Inglaterra. Los tres rivales de la selección argentina en el Grupo D del Mundial, que se
inicia el 16 de junio (el torneo, el 14), usaron estos días del calendario para
practicar, para hacer cambios, para evaluar movimientos tácticos mientras el
equipo nacional no sólo no juega, sino que transcurre sus horas a puro
descanso, con escasos movimientos, sumando días libres.
La sensación que transmite la selección argentina
desde el pasado jueves a la tarde, cuando, consecuente con los últimos años
llegó en un bus directamente al garaje del hotel Princesa Sofía de la coqueta
avenida Diagonal sin saludar a nadie y sus jugadores rápidamente subieron a sus
lujosas habitaciones, es la de una absoluta desolación.
Este periodista es uno de los que más partidos de la
selección argentina cubrió en los últimos años, en Europa, Asia y los Estados
Unidos, y jamás vio tan poco respaldo dirigencial hacia el representativo
nacional. En tiempos anteriores, aún con miles de cuestionamientos éticos, era
ingresar al hotel del equipo albiceleste y encontrar llenos todos los sillones
del lobby, con caras muy conocidas, ya sea de la AFA o de la empresa
organizadora del evento.
Hoy, no se ve a casi nadie, sumado a que los
jugadores casi no sumaron demasiadas
horas para moverse y cuando se consulta al cuerpo técnico sobre el por qué no
se usó la fecha FIFA, la respuesta es que el sábado que viene se jugará ante
Israel….con suplentes, y un partido que nadie quiere jugar y que si se lleva a
cabo es porque la suma que pagó la empresa organizadora excede largamente el
cachet que se suele pagar por esta case de compromisos, a lo que hay que sumar
la parte cabalística del encuentro, y finalmente, la aprobación para la visita
al Muro de los Lamentos y varios lugares sagrados.
Los rumores, nunca totalmente confirmados pero
tampoco desmentidos, indican que antes de subirse al chárter que los trasladó
desde Ezeiza a Barcelona, los jugadores firmaron un contrato de exclusividad
con uno de los más fuertes canales de TV cable argentinos para mostrar
“intimidad” y otorgar algunas entrevistas exclusivas, algo de lo que prescinde
el director técnico, Jorge Sampaoli, quien trata de mantenerse ajeno a este
tipo de arreglos y quien tampoco parece estar muy de acuerdo con lo que ocurre
con los derechos de TV durante el Mundial, pero prefiere no hacer olas y
dedicarse a lo suyo, que ya bastante tiene con esto.
El particular régimen de movimientos durante la
estadía en Barcelona genera que los jugadores puedan irse todo el día libre y
ni regresar, si quisieran, al hotel. Pese a todo, Lionel Messi ha preferido
quedarse, por ejemplo, y ocurren hechos extraños como que Fernando Gago,
alojado en el mismo lugar porque vino a realizar una consulta sobre su pierna
que acaba de salir de una larga lesión, de repente pasa a saludar y se queda
para comer con la delegación, o lo mismo con Pablo Zabaleta, ex integrante del
plantel que también se encuentra en esta ciudad, donde vivió varios años cuando
jugaba en el Espanyol, antes de recalar en la Premier League inglesa.
Los jugadores argentinos, a poco más de diez días de
su debut mundialista, y cuando muchos apenas si se conocen, no sólo casi no
hablan con la prensa (un clásico, a esta altura) sino que tampoco compiten con
rivales como para medirse y saber en qué situación se encuentran.
“¿Cómo querés que haya una cláusula que los obligue
a hablar con la prensa, por contrato, si muchos de ellos se tienen que pagar el
pasaje y la estadía o les deben dinero y vienen por las suyas?”, recuerda
alguien del plantel, en otra muestra d una casi absoluta falta de
institucionalidad alrededor del fútbol argentino.
Se hace lo que humanamente se puede como
consecuencia de años de enorme desidia y de falta de respaldo institucional, y
se nota hasta en el propio director técnico Jorge Sampaoli, a quien se lo
conoce por su obsesividad y minuciosidad pero parece como si todo aquello que
lo caracterizó en otros equipos que tuvo a su cargo, aquí chocó contra un
iceberg, contra un poder que lo supera y que ya, según parece, cree que no hay
tiempo para solucionar y entonces hay que encomendarse a la suerte y a que el
genio provea en el momento adecuado, y punto.
La selección es, hoy, a poco más de diez días de su
debut mundialista ante Islandia en Moscú, algo así como una suma de voluntades,
como aquel alumno que de las veinte bolillas del examen apenas si estudió tres
o cuatro porque su cabeza estaba en otra cosa pero confía en su capacidad de
improvisación porque se reconoce capaz de superar los obstáculos.
El equipo llegó el jueves alrededor de las 17 y
aunque según el comunicado de la AFA había previsto un entrenamiento a las 19, se suspendió para un
regenerativo en el propio hotel. El viernes, por fin, comenzaron las prácticas
en la Ciudad Deportiva del Barcelona, aunque ya el sábado se movieron sólo por
la mañana para tener libre todo el día, esto se repitió el domingo, para
suspender la actividad el lunes, y hay que tener en cuenta que se adelantó al
jueves el viaje a Israel para un partido que se jugará el sábado.
Así las cosas, el panorama es lo descripto, muy
lejos de aquellos viejos tiempos en los que la selección argentina parecía la
NBA del fútbol.
Hoy, hay que cruzar los dedos. Que el azar ayude,
que venga el Brujo Manuel o que el genio no se resfríe.
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