Desde Barcelona
“No iremos a Israel. Es una decisión que hemos
tomado a partir de las amenazas recibidas porque nosotros tenemos que bregar por
la salud física de nuestra delegación y aclaramos que no tenemos nada contra la
comunidad judía e israelí y dejamos abierta la posibilidad de hacer algo
juntos, pero creemos que nuestra decisión es un aporte a la paz mundial”.
Con estas palabras y tras pedir perdón a los
argentinos que viven en Israel y a la comunidad israelí por no poder ver el
partido, el presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia finalizó una
tumultuosa conferencia de prensa de cuatro minutos de duración, y sin
preguntas, sólo para periodistas argentinos (con el resto de la prensa
internacional impedida de pasar al salón), en la que no precisó los pasos a
seguir ni las consecuencias de esta acción.
Pocos minutos después, el empresario argentino Ariel
Raber mantenía una durísima discusión con este periodista, al que le dijo que
“todo comenzó con artículos como el de Infobae sobre nuestra empresa y el
partido”, debido a que lo consideró “duramente crítico”, y que “me trajo muchos
problemas” pero luego se distendió y admitió que las amenazas recibidas por los
jugadores y el clima creado por las organizaciones pro-palestinas acabó
contribuyendo decisivamente a la suspensión del partido.
Cuando ya parecía anoche que todo estaba cerrado y
la selección argentina no concurriría al programado partido del sábado próximo
en el estadio Teddy de Jerusalén, la única puerta abierta que había quedado era
que no había un comunicado oficial de la AFA, acaso porque ya conocía que en
las primeras horas de la mañana de hoy arribaría a Barcelona Ariel Raber, socio
de Daniel Benaim, el principal accionista de la empresa organizadora del
partido, Comtec.
Efectivamente, tras el entrenamiento matutino de la
selección argentina, el epicentro de la acción pasó a ser el hotel “Sofía”, en
la coqueta avenida Diagonal, donde se encerraron por casi dos horas Tapia y
Raber, con la insistencia final de éste para que la AFA reconsiderara la chance
de jugar el partido el sábado mientras que desde el Ministerio de Deportes
israelí se trataba de influir desde las comunicaciones telefónicas.
La oferta que se manejaba era la de jugarse, aunque
sea, en otro estadio, el de Haifa, que tiene una capacidad parecida a la de
Teddy, y a apenas 50 minutos de Jerusalén, con lo cual los treinta mil hinchas
que habían comprado los boletos no tendrían mayor inconveniente en desplazarse
o tampoco en cuanto a las ubicaciones pero además, el traslado de la sede
acababa con el problema diplomático de que se jugara en Jerusalén, el mayor
reclamo de las organizaciones pro-palestinas.
El mayor problema para la organización del partido
es ahora la devolución de las entradas porque muchas de ellas fueron revendidas
(hubo 600.000 pedidos para 30.000 localidades. Tanto Raber como el Ministerio
de Deportes israelí ofrecieron jugar en Haifa porque en Tel Aviv no se puede
jugar debido a que el estadio “Ramat Gan” se encuentra en obras.
Sin embargo, la AFA se mantuvo inflexible y el
propio Raber reconoció ante Infobae que el clima “era demasiado negativo ya y
no hubo nada que hacer”.
Por su parte, el lateral de la selección argentina
Nicolás Tagliafico aceptó ante Infobae que si bien la decisión de no viajar “se
tomó en conjunto”, se tomó “después de que alguien propuso que no fuéramos
porque todos sentíamos que lo podíamos pasar mal por algunas amenazas que habíamos
visto en el entrenamiento del martes en la Ciudad Deportiva del Barcelona y
para eso, preferimos quedarnos y no pasar por esta clase de situaciones”.
Ahora, la AFA evalúa si jugar un partido en el Camp
Nou ante alguna selección débil como Moldavia, Malta o San Marino o sólo
entrenarse y ya viajar a Moscú para iniciar la concentración mundial en
Bronnitsy.
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