La renuncia de Zinedine Zidane como entrenador del
Real Madrid fue una de las noticias de más alto impacto de los últimos tiempos,
acaso porque el gran público no lo esperaba y porque todo indicaba que el
equipo marchaba hacia aumentar las conquistas en uno de los ciclos más exitosos
de su historia.
Sin embargo, no puede decirse que para el interior
del club, para el día a día que manejan los más altos dirigentes, el propio
Zidane y su cuerpo técnico, y los jugadores, esta noticia haya sido inesperada.
A lo sumo, la decisión final pudo haberse acelerado ante alguna discusión entre
las partes, pero era claro que el panorama para la próxima temporada no parecía
nada fácil para los blancos, y el francés, con gran sentido de la oportunidad,
lo explicitó en la dura conferencia de prensa de su salida del club.
Allí, en Valdebebas, ante la postura casi depresiva
del presidente Florentino Pérez, más acostumbrado a despedir gente (ya sea en
sus poderosas empresas como en el club) que a que alguien le comunique que se
va, Zidane explicó, además, algo que el mandatario blanco jamás tolerará y es
que para él lo más importante como entrenador, lo que le da sustento al cargo,
lo que determina si tuvo éxito real o no, es la Liga, y no la Champions League,
contrariamente a lo que todo el madridismo esgrimió en la temporada.
Es que Zidane, aunque francés, es como entrenador un
producto italiano, de la Juventus, donde brilló y aprendió los fundamentos
tácticos que aplicó en estos años, y sin dudas el torneo de la regularidad es
la Liga, lo que indica si un equipo pudo tener un rendimiento sostenido y no la
Champions, en la que el Real Madrid, como nunca, fue una máquina de aprovechar
errores ajenos.
Pese a que lleva tan sólo dos años y medio como
entrenador profesional y su primera experiencia fue nada menos que el Real
Madrid, Zidane ya parece haber aprendido mucho. Su manejo con la prensa fue
exquisito, y todos sus jugadores de la plantilla menos uno –Gareth Bale-lo
despidieron con cariño en las redes sociales, lo cual es todo un indicador.
Pero en los últimos días de la temporada, Zidane
tuvo que padecer algunas salidas complicadas, como la de su máxima estrella,
Cristiano Ronaldo, quien apenas segundos pasados de la obtención de la
Decimotercera Champions, en el propio césped del Estadio Olímpico de Kiev, prácticamente
dio a entender que había sido ese su último partido con la camiseta del Real
Madrid y que ya lo comunicaría “en los próximos días”, generando una auténtica
conmoción en un vestuario que se aprestaba a un gran festejo.
La situación de Cristiano Ronaldo no es la misma que
la de años atrás, cuando utilizaba los mensajes para sacar partido económico
solamente. En este caso, la próxima temporada puede significar para el
portugués entrar en conflicto definitivo con la Justicia española que le reclama
el pago de impuestos evadidos y por sumas millonarias, y Zidane lo sabe y lo
intuye.
En el caso de Gareth Bale, el galés tuvo un último
mes de altísimo nivel y el manifestar que hablará con su agente para tratar de
jugar más minutos es toda una declaración contra su actual momento en el Real
Madrid, donde perdió protagonismo ante Isco o Marco Asensio, incluso pese a
haber sido designado mejor jugador de la final de la Champions en Kiev ante el
Liverpool.
Pero Zidane sabe bien que hay más factores, y con tres
Champions en su haber, no está dispuesto a ceder: por ejemplo, el intento del
presidente Pérez, desde hace un largo tiempo, por fichar un portero que compita
contra el costarricense Keylor Navas, gran protagonista de la última
competencia europea y con méritos suficientes para continuar en la titularidad,
o por desprenderse de Karim Benzema para traer un centrodelantero de los
kilates del polaco Robert Lewandowski del Bayern Munich, que no casualmente
cambió de representante y pasó a la órbita del israelí Pinhas Zaavi, un viejo
amigo de Pérez.
Zidane tampoco se escondió a la hora de dar a
conocer su pensamiento sobre la situación de la plantilla para la próxima
temporada, y no le tembló el pulso para decir que el equipo necesita, acaso,
otro entrenador para conseguir una nueva motivación, en parte entendiendo que
el ciclo había llegado a su fin y que la campaña de esta temporada quedó
disimulada por la Champions pero la Liga y la Copa del Rey fueron lo
suficientemente elocuentes.
Al margen de lo que hará o no Zidane, quien tiene
ofertas de Qatar, del Olympique de Marsella y a quien se lo comienza a
emparentar con la selección de su país tras el Mundial de Rusia, la otra
pregunta es quién podría reemplazarlo en el banquillo del Real Madrid y cuándo,
porque los blancos necesitan diagramar la próxima temporada y por lo tanto,
requieren de una decisión antes de julio.
En este punto, si bien es evidente que Pérez ya
eligió como sucesor al argentino Mauricio Pochettino, entrenador actual del
Tottenham, éste acaba de renovar su contrato por otros cinco años, hasta 2023,
y no sólo no tiene cláusula de salida, sino que el club acaba de renovar por
muchos años a la mayor parte de la base del equipo, lo cual deja en claro que
tiene un largo proyecto y que piensa implementarlo.
De esta forma, esto obligaría al Real Madrid a tener
que erogar una suma fuertísima por el entrenador, algo que no estaba para nada
previsto en los presupuestos.
Zidane ha dejado un terremoto en el Real Madrid,
pero difícilmente entre los jugadores y dirigentes, puedan afirmar que se
sorprendieron. Ahora será tiempo de que el club encuentre un entrenador con su
perfil, desafío complicado si se tiene en cuenta que en lo que va del siglo,
apenas Vicente Del Bosque y Carlo Ancelotti tuvieron comportamientos parecidos.
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