Desde Moscú
No será como la canción de “Los Beatles” con su
clásico “Back in URSS” pero a esta altura de los acontecimientos, Moscú no deja
de ser nuestro hogar-dulce-hogar una vez que comenzó esta dura etapa de viajes
en tren por todo el país, que por momentos nos hace sentir como pequeños Miguel
Strogoffs, aquel correo secreto del Zar que inmortalizara Julio Verne, incluso
por las peripecias que debemos atravesar.
Y si para nosotros, la clasificación a octavos de
final de la selección argentina representó regresar a Moscú ayer a las 14 tras
haber subido al tren desde San Petersburgo a las 3,20 de la madrugada, la
escala en nuestra base de operaciones será de apenas dos días porque en la
madrugada del sábado estaremos partiendo, ahora por 14 horas, hacia Kazán, la
zona musulmana de Rusia, para estar presentes en el partido ante Francia por
los octavos de final.
Si para nosotros comienza una dura etapa de viajes,
más claro lo tiene la selección argentina, que no va en tren sino en avión y
parece no necesitar nadie alrededor pero no es del todo así porque jugadores
como Marcos Rojo, motivado por su gol in extremis ante Nigeria, o Gonzalo
Higuaín, respaldado por 45 mil personas en San Petersburgo, ya no son los
mismos que horas atrás.
El equipo argentino, pero también la mayoría de los
hinchas y los periodistas que deambulan por Rusia, siente que se le ha salido
de la espalda una mochila de veinte kilos y que la que tiene puesta ahora no
pasa de los tres y que en todo caso, perder contra Francia en octavos, jamás
podría significar lo mismo que no ganarle a Nigeria en la fase de grupos y
volverse a casa mucho antes de la cuenta.
Y eso no significa que el equipo argentino piense en
perder. Lo dijo Jorge Sampaoli en la última conferencia de prensa: restan
cuatro finales, y la primera es Francia, con todo su potencial, con jugadores
de primera clase en todas sus líneas, desde Samuel Umtiti, compañero de Lionel
Messi en el Barcelona, en la defensa, o Paul Pogba como creativo en el medio,
como Antoine Griezmann o Kylian Mbappé en el ataque.
Pero también es cierto que para la selección
francesa no es lo mismo pensar, como ocurrió hasta el minuto 85 del martes
pasado, que debía enfrentar a Nigeria en Kazán por los octavos de final que
tener que hacerlo con una camiseta mucho más pesada enfrente como la argentina,
con estrellas en los principales equipos del mundo y con Messi, el mejor
jugador del planeta, pateando en contra.
Otras certezas que tiene la selección argentina, que
venció a la francesa las dos veces que se enfrentaron en Mundiales (1-0 en 1930
con un gol de Luis Monti a 9 minutos del final, y 2-1 en 1978, con goles de
Leopoldo Luque y Daniel Passarella de penal), es que si pasa a Francia, la
esperaría el ganador del partido entre Uruguay y Portugal, y en Nizhny
Novgorod, que entonces podría ser escenario del soñado enfrentamiento entre
Messi y Cristiano Ronaldo, o bien el del Clásico del Río de la Plata.
También sabe ya la selección argentina que no podrá
haber una final ante Brasil, porque de enfrentarse sería una instancia antes,
en semifinales y en San Petersburgo. Y que tampoco podrá definir la Copa del
Mundo ni ante Alemania (eliminada ayer), ni ante Italia (que no se clasificó
para el Mundial) y que entonces sólo podría tener dos campeones del mundo
enfrente: España o Inglaterra.
Es decir que el camino argentino a la final es un
camino esencialmente latino, porque así lo indica una llave que trae a Francia,
luego a Uruguay o Portugal, y más tarde posiblemente a Brasil y hasta aparece
la alternativa de México.
Con estas certezas, la duda pasa ahora por saber si
Sampaoli va a continuar con el mismo once que salió a enfrentar a Nigeria o si
hará cambios. Parece claro que Ángel Di María no está en su mejor nivel en este
Mundial pero Marcos Acuña no parece su reemplazante natural y tal vez podría
ser cuestión de que probara con Cristian Pavón por la izquierda para recostar a
Messi en la derecha con Higuaín o Sergio Agüero por el medio, y que Paulo
Dybala, al fin, tuviera su oportunidad en este torneo jugando detrás de
Higuaín, con quien se entiende por jugar juntos en la Juventus, y de paso, ser
un Plan B para Messi si éste se encuentra muy marcado.
La defensa y Franco Armani se mantendrían tal cual y
el otro interrogante pasa por el medio, acerca de quién es el encargado lógico
de ayudar a Javier Mascherano en la contención.
El resto, es ponerse a tono, recomponerse lo
suficiente desde lo físico, no apelar a excentricidades tácticas, tomar los
recaudos necesarios y honrar una camiseta tan prestigiosa como la argentina.
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