sábado, 23 de junio de 2018

Show de Bélgica y qué lejos que está Argentina (conceptualmente) (Jornada)




                                                 Desde Moscú



Este periodista se enteró de que estaba lloviendo en el estadio del Spartak, sede del partido entre Bélgica y Túnez, porque se lo contaron por whatsapp ya cerca del final. Es que es tanto lo que el equipo europeo es capaz de brindar en un partido, tantas las ocasiones de gol que genera, que no hay demasiado tiempo para perder apuntando hacia otros lugares. Ni el tremendo calor reinante en el inicio del verano moscovita distrae la atención.

Podríamos decir, como síntesis inicial, que Bélgica es lo contrario de Argentina del medio hacia arriba. Si los que lucen en el ataque son, con evidencia, un ya consagrado Eden Hazard, con un cambio de ritmo impresionante y con un eje bajo, igual que Lionel Messi, por una cuestión de estatura y movimientos, y Romelu Lukaku convierte desde los dos perfiles, aunque siempre recibe pases-gol precisos (ya alcanzó al portugués Cristiano Ronaldo en la tabla de goleadores con cuatro en dos partidos, la figura fue Alex Witsel, un volante de salida que aparece como Plan B a Kevin De Bruyne, el talentoso volante del Manchester City.

Bélgica, del medio hacia arriba, es una Pléyade con nombres que ya se venían destacando en el universo futbolístico al que el director técnico español Roberto Martínez, con experiencia en la Premier League, le fue agregando conceptos colectivos si bien la defensa sigue siendo su talón de Aquiles y hoy mismo Túnez, que ya le había dado pelea a Inglaterra en la primera fecha del grupo, le generó inconvenientes tanto en el juego aéreo como por el césped.

Pero los “Diablos Rojos” tienen demasiado juego una vez que reciben la pelota en la mitad de su propio campo. Witsel y De Bruyne son los llevadores, algo que seguramente Jorge Sampaoli pensó para Argentina hace un año con aquel sueño inicial (luego perdido) del 3-2-2-3, como la primera línea de dos, pero la diferencia de calidad y de concepto general de juego, es notable.

Luego, cuando la pelota es administrada correctamente desde el medio, Yannick Ferreira Carrasco, Dries Mertens y Eden Hazard rotan y se mueven permanentemente para recibir y desarrollar su elevada técnica individual al servicio de lo colectivo, para que un tremendo goleador, con la potencia de Lukaku, defina.

Pensar en Witsel y De Bruyne, con esos pases entre líneas, remite inexorablemente a llevar la mente hacia los nuestros, Javier Mascherano, Lucas Biglia, Ever Banega, Enzo Pérez y termina siendo desgarradora la comparación y acaso la proyección en este mismo torneo, salvo por las sorpresas que el fútbol puede deparar (por suerte).
Hace apenas cuatro años, en Brasil 2014, Argentina eliminó a Bélgica en los cuartos de final con un tempranero gol de Gonzalo Higuaín pero el tiempo pasó y cuesta imaginarse un enfrentamiento entre los dos en las fases finales.

Es cierto que por ahora a Bélgica le tocaron dos rivales accesibles como Panamá y Túnez, pero ha marcado ocho goles, es decir, ha hecho lo que se debe hacer cuando el rival es notablemente inferior y si no fuera por la cantidad de situaciones que sobre el final perdió Michy Batshuayi, la distancia pudo ser mucho mayor que el 5-2 final, y esto lo indica casi todo.

En un Mundial en el que la mayoría de las potencias no aparece, Bélgica muestra las cartas credenciales del gol y el buen juego. Para tomar nota y para tratar de sacar conclusiones apuntando a un nuevo ciclo argentino en el que las piezas deben acomodarse porque por ahora, la heladera está en el baño, el sillón en el balcón, el inodoro en la cocina y la TV, en el suelo.

Hoy Bélgica mostró lo sencillo que resulta jugar bien al fútbol si los conceptos están y se sabe a qué se juega, sin tanto laboratorio.

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