Desde Sao Paulo, Brasil
El entrenador de la selección argentina durante el
Mundial de México en 1986, Carlos Bilardo, por años insistió en que su sistema
táctico en aquel torneo fue “la última revolución táctica” del fútbol, con su
3-5-2.
Sin embargo, ahora que Bilardo es manager de esta
selección argentina, no podrá evitar que su entrenador, Alejandro Sabella, haya
querido cambiar completamente de timón y no mostrar del todo sus cartas
tácticas en el Mundial y pese a que se repite de memoria el equipo titular con
el que debutaría el domingo ante Bosnia en Río de Janeiro, con un 4-3-3, no
parece que se vaya a mantener hasta el final.
Sabella partirá con una clásica defensa de cuatro
(Zabaleta, Fernández, Garay, Rojo), tres volantes, dos de ellos más defensivos
(Gago y Mascherano) y uno ofensivo, que se sumará al ataque (Di María) y tres
delanteros (Messi, Higuaín y Agüero), tal como vino jugando en los últimos años
en la clasificación y en los amistosos de preparación, en los que se pudo
comprobar la contudencia frente al arco rival.
Sin embargo, cada vez más es claro que pasada la
fase de grupos, Sabella irá ensayando otras variantes, que hasta podrían
aparecer en algún partido de la primera fase, debido a que por ejemplo ya jugó
en 2013 un partido amistoso ante Bosnia en Saint Louis, y allí utilizó cinco
defensores, tres volantes y dos delanteros, con excelente resultado.
Normalmente, cuando Sabella juega con cinco
defensores, utiliza a los dos laterales como salidas (siempre Zabaleta y Rojo),
y a José Basanta como último, detrás de la línea defensiva, aunque en el último
amistoso ante Eslovenia, en La Plata (2-0), intentó probar también con
Mascherano en esa posición. Le duró demasiado poco porque se lesionó Biglia al
iniciarse el partido, y como éste ocupaba la posición del volante del
Barcelona, fue reemplazado, Sabella volvió a la línea de cuatro defensores y
Mascherano, al centro del campo.
Sin dudas que no hubo casualidades en ese ensayo
fallido por la lesión de Biglia, porque con Eslovenia enfrente, Sabella pensó
en Serbia, por el físico de los jugadores rivales, un origen común, y porque ya
había vencido ante Serbia con ese sistema poco tiempo atrás. ¿Existiría
entonces la chance de que el equipo argentino salga en el debut jugando así? No
parece fácil pero sí, que pudiera ocurrir algo semejante durante el partido, si
las necesidades lo requieren.
Lo que aparece claro es que desde octavos de final,
dependiendo del rival que le toque, Sabella optaría ya por un pragmático 4-4-2
y en ese caso, es aún más evidente que sacrificaría a uno de los delanteros
(jamás Messi, por lo que quedaría entre Agüero e Higuaín) para que entre el
experimentado Maxi Rodríguez, que jugará su tercer Mundial.
De esta forma, se mantendrían los cuatro defensores,
en el medio Gago y Mascherano se cerrarían para que por el costado derecho
juegue Rodríguez y por el izquierdo, Di María, y arriba Messi jugaría
acompañado por Higuaín o Agüero.
Tampoco habría que descartar que para este sistema
de 4-4-2 tenga un buen lugar el delantero del Inter italiano Rodrigo Palacio,
quien va ganando espacios en el equipo para convertirse hoy en el primer
suplente, apenas a un escalón de los titulares, no sólo por la muy buena
temporada que tuvo en la Serie A sino por ser uno de los jugadores preferidos
de Sabella en todo el ciclo, por entender, justamente como pocos, los
movimientos tácticos.
Palacio se mueve como pez en el agua en los
espacios, evolucionando de aquel muy buen jugador que tuvo suceso en Boca
Juniors como extremo derecho o izquierdo (ya tenía versatilidad para cambiar de
punta cuando fuera necesario) pero en Italia se convirtió en un delantero total
y le agregó mucha mayor capacidad de gol, y de esta forma fue desplazando a
Ezequiel Lavezzi (PSG) como primer suplente de los atacantes.
Lo que parece más difícil de ver en esta selección
argentina, y suena raro que no lo haya llevado, dada su tradicional forma de
jugar, es un enlace entre volantes y delanteros. Lo que en Argentina se llama
el “número diez” o el que administra el juego. Sabella optó por no convocar a
ningún jugador de estas características, como podrían haber sido Javier
Pastore, Andrés D’alessandro o más atrás, el veterano Juan Román Riquelme.
Por eso, en el Mundial se podrá observar un equipo
argentino vertiginoso, veloz, pero sin demasiada pausa, más parecido al Real
Madrid que al Barcelona, jugando al error rival, pese a tener a Messi en sus
filas.
Lo que será difícil, en el futuro, es poder decir
que el sistema táctico que utilizará será revolucionario, gane o no el torneo.
Y aunque Bilardo siga en el plantel, ahora de manager.
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