jueves, 19 de junio de 2014

Un debate que no es enfrentamiento (Jornada)



                                         
                                                        Desde Belo Horizonte

Si no hay dos partes en pugna, parece que la sociedad argentina se mantuviera en cierto grado de ostracismo. La levanta si hay polémica, cortocircuitos, peleas, rumores, si las aguas bajan turbias en un plantel mundialista.

Si a esto le sumamos la eterna controversia entre escuelas, ideas filosóficas, esquemas, qué mejor que contar sobre un supuesto enfrentamiento entre el plantel y su cuerpo técnico.

En estas últimas horas, ciertos medios de mucho poder y llegada a la sociedad hicieron especial hincapié en mostrar al mejor jugador argentino (y del mundo), Lionel Messi, enfrentado a su entrenador, Alejandro Sabella, por aquello del 5-3-2 del primer tiempo en el partido debut, y hasta las fotos los muestran de espalda en un entrenamiento en Cidade do Galo, como para ahondar visualmente en la supuesta división.

Pero esa controversia no es para tanto. En todo caso, está mostrando un aspecto significativo de este entrenador y es que su personalidad permite una apertura a la rectificación y como muy bien dijo Rodrigo Palacio horas atrás, “es bueno que esto pase” y definió la relación entre las partes como “excelente”. ¿Y entonces?

Aquí ocurren dos cosas: una, es que hay que cubrir huecos informativos porque hay que escribir páginas y páginas todos los días y poner algo “picante”, si es posible. La otra es que Sabella otorgó una muy interesante entrevista a una revista con ideas cercanas al oficialismo, en la que se refirió a su compromiso cuando era joven, en los años setenta, y luego volvió a aparecer en el lanzamiento de la transmisión del Mundial por la TV Pública, lo que parece todo un sacrilegio.

Desde ese momento, para algún grupo mediático de peso, Sabella pasó a ser “el malo” y Messi, “el bueno” de la película, aunque todo parece muy tirado de los pelos.
Lo que ocurre con la selección argentina es que debe refrescarse, recuperarse futbolísticamente, bucear en su propia identidad y dejar de ver sombras donde no las hay o agrandar rivales para luego poder auto justificarse.

Irán no da para exagerar en el obstáculo, cuando el equipo argentino lo enfrente el próximo sábado en el Mineirao de Belo Horizonte, y si muchos jugadores insistieron en las bondades de los asiáticos, como su solidez defensiva, o su fuerza física, saben bien que Argentina es la clara favorita por historia y por su diferencia de jerarquía individual.
Ya lo dijo el portugués Carlos Queirós, ex director técnico del Real Madrid y a cargo de este plantel, que sería “un milagro” no perder el sábado, luego de haber sacado un empate inesperado ante Nigeria en un partido tedioso.

Irán no tiene un plantel fuerte y su jugador más poderoso es Javad Nekounam, próximo a cumplir los 34 años, que pasó por el Osasuna de la Liga Española, y algunos pocos más en Europa o Canadá, aunque apenas el volante Ashkan Dejagah (Fulham), y los delanteros Masoud Shojaei (Las Palmas), Reza Goochannejhad (Charlton) y Alireza Jahanbakhsh (Nec, Holanda) se codean con torneos de más nivel.

El equipo argentino llega con todos sus jugadores recuperados y no parece haber ya dudas sobre el sistema de juego, que pasará a ser 4-3-3 como en el segundo tiempo del partido debut ante Bosnia.


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