Desde Belo Horizonte
Si no hay dos partes en pugna, parece que la
sociedad argentina se mantuviera en cierto grado de ostracismo. La levanta si
hay polémica, cortocircuitos, peleas, rumores, si las aguas bajan turbias en un
plantel mundialista.
Si a esto le sumamos la eterna controversia entre
escuelas, ideas filosóficas, esquemas, qué mejor que contar sobre un supuesto
enfrentamiento entre el plantel y su cuerpo técnico.
En estas últimas horas, ciertos medios de mucho
poder y llegada a la sociedad hicieron especial hincapié en mostrar al mejor
jugador argentino (y del mundo), Lionel Messi, enfrentado a su entrenador,
Alejandro Sabella, por aquello del 5-3-2 del primer tiempo en el partido debut,
y hasta las fotos los muestran de espalda en un entrenamiento en Cidade do
Galo, como para ahondar visualmente en la supuesta división.
Pero esa controversia no es para tanto. En todo
caso, está mostrando un aspecto significativo de este entrenador y es que su personalidad
permite una apertura a la rectificación y como muy bien dijo Rodrigo Palacio
horas atrás, “es bueno que esto pase” y definió la relación entre las partes
como “excelente”. ¿Y entonces?
Aquí ocurren dos cosas: una, es que hay que cubrir
huecos informativos porque hay que escribir páginas y páginas todos los días y
poner algo “picante”, si es posible. La otra es que Sabella otorgó una muy
interesante entrevista a una revista con ideas cercanas al oficialismo, en la
que se refirió a su compromiso cuando era joven, en los años setenta, y luego
volvió a aparecer en el lanzamiento de la transmisión del Mundial por la TV
Pública, lo que parece todo un sacrilegio.
Desde ese momento, para algún grupo mediático de
peso, Sabella pasó a ser “el malo” y Messi, “el bueno” de la película, aunque
todo parece muy tirado de los pelos.
Lo que ocurre con la selección argentina es que debe
refrescarse, recuperarse futbolísticamente, bucear en su propia identidad y
dejar de ver sombras donde no las hay o agrandar rivales para luego poder auto
justificarse.
Irán no da para exagerar en el obstáculo, cuando el
equipo argentino lo enfrente el próximo sábado en el Mineirao de Belo
Horizonte, y si muchos jugadores insistieron en las bondades de los asiáticos,
como su solidez defensiva, o su fuerza física, saben bien que Argentina es la
clara favorita por historia y por su diferencia de jerarquía individual.
Ya lo dijo el portugués Carlos Queirós, ex director
técnico del Real Madrid y a cargo de este plantel, que sería “un milagro” no
perder el sábado, luego de haber sacado un empate inesperado ante Nigeria en un
partido tedioso.
Irán no tiene un plantel fuerte y su jugador más
poderoso es Javad Nekounam, próximo a cumplir los 34 años, que pasó por el
Osasuna de la Liga Española, y algunos pocos más en Europa o Canadá, aunque
apenas el volante Ashkan Dejagah (Fulham), y los delanteros Masoud Shojaei (Las
Palmas), Reza Goochannejhad (Charlton) y Alireza Jahanbakhsh (Nec, Holanda) se
codean con torneos de más nivel.
El equipo argentino llega con todos sus jugadores
recuperados y no parece haber ya dudas sobre el sistema de juego, que pasará a
ser 4-3-3 como en el segundo tiempo del partido debut ante Bosnia.
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