sábado, 14 de junio de 2014

¿Podrá España detener su caída? (Yahoo)


                       
                                               Desde Río de Janeiro

En uno de los peores inicios mundialistas para un campeón, la selección española cayó sin remedio ante la holandesa por 5-1 pero mucho más que eso, confirmó lo que desde hace bastante tiempo se viene sosteniendo, y es que su estilo de toque, tan estético y vistoso, se va desdibujando porque los otros equipos van descubriendo su juego, y por la caída en la producción de algunos de sus jugadores más trascendentes.

España es, más conceptualmente que en promedio de edad, un equipo viejo. Porque intenta jugar a algo lindo pero no le alcanza con pretenderlo y no llega a concretarlo porque algunos de sus jugadores no están lo precisos que se necesita, y otros son demasiado lentos, mucho más que hace cuatro años y más que hace dos, cuando ganó la última Eurocopa.

Era de prever en un sentido, y es que si la selección española se basa en su juego en el Barcelona, que aporta la mayoría de sus componentes, y este equipo terminó la temporada sin títulos importantes y en caída y fin de ciclo, no es de extrañar que La Roja atraviese por el mismo mar de dudas, y que ante un equipo contundente como el holandés, con jugadores como Arje Robben y Robin Van Persie en el ataque, haya navegado en aguas tenebrosas.

A esta selección española le pasa lo que al Barcelona: muchos ya saben a qué juega, y en estos años no ha sabido encontrar variantes para sorprender tácticamente, por más loable que haya sido siempre la intención de su honesto entrenador Vicente Del Bosque.

Si ya usaba poco las puntas con extremos, el que no haya convocado a Jesús Navas, y por lo tanto a Fernando Llorente para terminar la jugada desde los costados, es una prueba de ello. También parecería que Diego Costa quedó entrampado en la discusión entre España y Brasil por su inclusión y que eso generó que no hubiera más remedio que convocarlo en la lista definitiva de jugadores, porque se sabía que iba a encontrar terreno hostil en tierras brasileñas y no parece, por sus características, ser un jugador que pueda coordinar jugadas con los que vienen tocando por el medio.

Tampoco parece querer probar en el medio con algún toque largo, y no sólo siempre jugar al toque corto, que es algo que ya todos conocen, se agrupan atrás y esperan para el contragolpe, en el que ahora, además, saben que encuentran a España no tan bien parada ni sólida como en el pasado.-

La defensa no tiene la misma coordinación, con un Gerard Piqué que no es el mismo que en otras temporadas, y Azpilicueta no parece tener la presencia por la derecha, y como tampoco aporta al ataque por ese sector, y por la izquierda juega con David Silva, o Andrés Iniesta, que tampoco son extremos, todo pasa por conservar el balón y que por hartazgo del rival, el dominio se transforme en gol.

Pero si ese dominio no trae consecuencias, y además, su propio arquero, el antes indiscutible Iker Casillas, proviene de una temporada con pocos partidos y tiende entonces a cometer errores de ubicación (como en la final de la Champions League en el gol que le convirtiera Diego Godín) y de juego con los pies, entonces ocurre lo peor: un equipo cuyo fuerte está en el medio, pero que no tiene ningún peso en ambas áreas.

Esa clase de equipos tienen poco futuro a no ser que modifiquen todo sobre la marcha, y ni siquiera parece alcanzar con que ganen sus partidos que siguen, porque efectivamente España sí puede vencer a Chile (en un partido que ahora parece clave para alcanzar la segunda plaza en el Grupo B) y a Australia, pero es casi inexorable que en octavos de final debería verse con Brasil, y ya se conoce el resultado de hace un año por la Copa Confederaciones.

El problema de España no es el balón, sino su consistencia defensiva, su falta de variantes para atacar, el haber desistido del uso de las puntas o del juego largo, como si eso fuera un atentado al buen gusto, y su repetición en los movimientos, que lo hace demasiado previsible.

Si enfrente aparece, además, un equipo que mata de contragolpe, que al revés que España, cuenta con la potencia ofensiva de Van Persie y la velocidad y definición de Robben, todo puede terminar en la pesadilla con que acabó.

Y aunque Casillas es responsabilizado de casi todo ahora, cabe recordar que también salvó varias situaciones claras que pudieron ahondar mucho más la herida.

¿Qué hacer ahora con este golpe anímico? Carlos Bilardo, el entrenador argentino de entonces, decidió cambiar medio equipo tras la inesperada derrota ante Camerún en el partido inaugural de Italia 1990, cuando los albicelestes llegaban como campeones del mundo.

Tal vez ahora, Del Bosque haga algo parecido, pero las cosas no pasan por nombres sino por conceptos. Si España no cambia, puede volverse a casa pronto, como le pasó a Francia en Japón-Corea del Sur en 2002, cuando llegó también como campeona y se fue sin marcar goles y tras la primera rueda.


En aquel torneo, Francia repitió a la mayoría de los jugadores de 1998. España está haciendo lo mismo ahora. Y parece muy difícil que las cosas le vayan mejor que a los galos. Si quiere que las cosas sean diferentes deberá por empezar a cambiar cosas por sí misma primero.

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