La foto recorre el mundo. Lionel Messi aparece
sonriente ante dos brasileños. Uno, casi idéntico a Ronaldinho, y otro, que le
lustra los botines a modo de reverencia, entre veinte que invadieron el
entrenamiento argentino en el morro de Vespaciano, Belo Horizonte, en la
concentración del Atlético Mineiro.
Para esas mismas horas, el diario español “El País”,
que ya había repetido el problema del argentino con el fisco de Cataluña
ocurrido medio año antes y ya solucionado, publicaba un artículo por el que el
jugador está ensimismado y pensativo con su problema fiscal y que sus
habituales vómitos se deben a una situación de stress relacionada con su
extraña personalidad.
Para los hinchas argentinos, ahora que se inicia el
Mundial y que todos los focos están en su principalísima figura, el tema de los
vómitos del crack son una novedad y un leve motivo de preocupación, aunque los
medios insisten con analizar qué es lo que realmente le ocurre y si no hay riesgos
de que suceda algo inesperado.
“Para mí es algo normal. Me pasa seguido en los
partidos, en entrenamientos, en mi casa. No sé bien qué es porque me hice ya
mil estudios. Me sucede antes de los partidos a veces. Me dan arcadas, vomito y
se me pasa”, dijo días pasados, con asombrosa naturalidad, el propio Messi al
canal de TV TyC Sports.
Si bien ya le había sucedido en Barcelona, dando pie
a que esto se debatiera en los ya tradicionales programas televisivos de
tertulias en Madrid, los argentinos vieron cómo Messi vomitaba en pleno césped
en amistosos ante Rumania, y días pasados en el último partido de preparación
ante Eslovenia.
“Es un tema controlado. Él está tranquilo y no
siente presión. Es un poco stress y otro poco, un tema orgánico”, dice su padre,
Jorge. También hubo lugar para que opinara Diego Schwarztein, el que lo trató
para el crecimiento. “La Growth Hormone nunca deja un efecto residual.
Desmiento por completo que el tratamiento genere vómitos. Él lo finalizó a los
13 años, a los seis meses de ingresar al Barcelona”, recuerda.
Schwarztein cree que lo que le sucede a Messi “puede
tener que ver con episodios de stress puntual o con sobreesfuerzos, pero no es
nada serio. También le ocurre a los maratonistas”, y Gonçal LLoveras, director
de la Clínica Fundación FIATC de Barcelona, sostiene que lo único para valorar
en este caso “es si existe algún problema estomacal. Pero es un mareo típico
tras un sobreesfuerzo, una carrera larga. No importa que sea un deportista de
élite. Es un ser humano”.
Los vómitos de Messi parecen ocupar más lugar en los
medios extranjeros que para el público o para él mismo. Lo ven como una rareza.
Pero aún en caso de stress parece estar más ligado a una necesidad de auto
superación que en un problema de presión externa. Porque de lo contrario, sería
más entendible si le pasara solo en los grandes partidos, pero le ha pasado en
amistosos en los que se lo vio totalmente distendido y risueño.
Así también se lo ve ahora, con la mejor cara. Tanto
que su padre dice ya que “no recuerda” cuando era resistido por sus
compatriotas. Ya nadie se pregunta si canta o no el himno nacional. Para
despedir al equipo antes de viajar a Brasil, concurrió un coro de niños con la
cantante folklórica Soledad Pastorutti. Cantaron el himno a los jugadores.
Algunos acompañaban con sus labios. Las cámaras de TV argentina no tomaron a
Messi. Antes, le habrían hecho primer plano.
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