jueves, 12 de junio de 2014

El vómito de Messi, cuestión de Estado (Volkskrant, Holanda)



La foto recorre el mundo. Lionel Messi aparece sonriente ante dos brasileños. Uno, casi idéntico a Ronaldinho, y otro, que le lustra los botines a modo de reverencia, entre veinte que invadieron el entrenamiento argentino en el morro de Vespaciano, Belo Horizonte, en la concentración del Atlético Mineiro.

Para esas mismas horas, el diario español “El País”, que ya había repetido el problema del argentino con el fisco de Cataluña ocurrido medio año antes y ya solucionado, publicaba un artículo por el que el jugador está ensimismado y pensativo con su problema fiscal y que sus habituales vómitos se deben a una situación de stress relacionada con su extraña personalidad.

Para los hinchas argentinos, ahora que se inicia el Mundial y que todos los focos están en su principalísima figura, el tema de los vómitos del crack son una novedad y un leve motivo de preocupación, aunque los medios insisten con analizar qué es lo que realmente le ocurre y si no hay riesgos de que suceda algo inesperado.

“Para mí es algo normal. Me pasa seguido en los partidos, en entrenamientos, en mi casa. No sé bien qué es porque me hice ya mil estudios. Me sucede antes de los partidos a veces. Me dan arcadas, vomito y se me pasa”, dijo días pasados, con asombrosa naturalidad, el propio Messi al canal de TV TyC Sports.

Si bien ya le había sucedido en Barcelona, dando pie a que esto se debatiera en los ya tradicionales programas televisivos de tertulias en Madrid, los argentinos vieron cómo Messi vomitaba en pleno césped en amistosos ante Rumania, y días pasados en el último partido de preparación ante Eslovenia.

“Es un tema controlado. Él está tranquilo y no siente presión. Es un poco stress y otro poco, un tema orgánico”, dice su padre, Jorge. También hubo lugar para que opinara Diego Schwarztein, el que lo trató para el crecimiento. “La Growth Hormone nunca deja un efecto residual. Desmiento por completo que el tratamiento genere vómitos. Él lo finalizó a los 13 años, a los seis meses de ingresar al Barcelona”, recuerda.

Schwarztein cree que lo que le sucede a Messi “puede tener que ver con episodios de stress puntual o con sobreesfuerzos, pero no es nada serio. También le ocurre a los maratonistas”, y Gonçal LLoveras, director de la Clínica Fundación FIATC de Barcelona, sostiene que lo único para valorar en este caso “es si existe algún problema estomacal. Pero es un mareo típico tras un sobreesfuerzo, una carrera larga. No importa que sea un deportista de élite. Es un ser humano”.

Los vómitos de Messi parecen ocupar más lugar en los medios extranjeros que para el público o para él mismo. Lo ven como una rareza. Pero aún en caso de stress parece estar más ligado a una necesidad de auto superación que en un problema de presión externa. Porque de lo contrario, sería más entendible si le pasara solo en los grandes partidos, pero le ha pasado en amistosos en los que se lo vio totalmente distendido y risueño.


Así también se lo ve ahora, con la mejor cara. Tanto que su padre dice ya que “no recuerda” cuando era resistido por sus compatriotas. Ya nadie se pregunta si canta o no el himno nacional. Para despedir al equipo antes de viajar a Brasil, concurrió un coro de niños con la cantante folklórica Soledad Pastorutti. Cantaron el himno a los jugadores. Algunos acompañaban con sus labios. Las cámaras de TV argentina no tomaron a Messi. Antes, le habrían hecho primer plano.

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