viernes, 20 de junio de 2014

Relativismo (Un cuento de Marcelo Wío)



¿Para qué me habrá convocado?... Iba a decir para calentar banquillo, pero con el calor, ¡y la humedad! que hay en Brasil, no hace falta que nadie se siente para calentarlo… Miralo a Vittori, madre mía, qué tiene, ¿hormigón en las piernas? Es como el tipo de la película esa que le meten no sé qué corno en los huesos…

Se gira y se dirige al central suplente.

Che, Valdez, ¿qué le  metían al tipo ese en los huesos, el de las patillas, en esa película de los mutantes o superhéroes?
Adamantio. Eran mutantes. Los X men.
Eso, adamantio.

Mirá las boludeces que le interesan a éste. Tipo grande, con pelos en las piernas, che. Y después se quejan de que la prensa no nos tiene fe. Pero es que ninguna religión pretende que uno crea a tantas incertidumbres y lagunas evidentes.

¿En qué mundo Vittori es titular y yo suplente… por favor? Juega en la liga rusa el muchacho, e incluso ahí da pena. El frío, dice. Qué dirá acá, ¿el calor? Jugador condicionado por la meteorología. En Buenos Aires qué era que decía… Tenía una muletilla con la que justificaba… ¿Era el estado del campo? ¿O era un componente climático también?

Ah, bueno, Rodríguez, por izquierda, haciendo una bicicleta para galería. Más bien, para el graderío femenino. Y el mundial es ideal, con el destete y despelote que propicia. A ese no le presento ni a mi abuela. Y ninguno del plantel. ¿Cómo se le ocurre convocar a un tipo que juega de a ratos y para él, o para las minas? Un tipo que no respeta ningún código y que se volteado, al menos que yo sepa, a tres esposas o novias de compañeros de equipo. Pero, qué querés, el técnico tiene menos personalidad que un recién nacido. Mirá que cambiar el dibujo táctico porque Marques, el 10, lo puteó de arriba abajo después del primer tiempo con Nigeria: Yo no vine acá a jugar para atrás; nosotros atacamos y se defiende el resto, me entendés – y acá lo acusó de ser hijo de una grandísima… Y el tipo, con esa cara de yo quiero que me quieran, se guardó la lengua el bolsillo junto a su esquema táctico unas pastillas de menta suave – que era una verdadera vergüenza; fue el único momento en el que agradecí estar en el banco y no haciendo un papelón en la cancha.

Ahora podría estar en la Polinesia. El tigre Ferri anda por ahí. Me manda mensajes y fotos al celular el hijo de puta. Y yo acá, con la pechera verde clarita de los suplentes, alentando a mis compañeros como si realmente me interesara lo más mínimo.

Vittori se escapa por el centro y un defensor Holandés (quién sino De Jaans)  lo cruza sin miramientos. Los asistentes médicos le hacen un gesto al banco: no va más. El técnico manda a calentar a Falaschi.


Ahora van a ver cuántos pares son tres botas. Y el pelotudo de Ferri haciendo de cuenta que anda feliz y sin pensar en nada por la Polinesia. Sí, seguro. Como si a un futbolista no le importara jugar un mundial, aunque fuese suplente… Como si no hubiese lesionados, como si a los buenos no los reservaran para los partidos chivos, para la fase a vida o muerte… Mirá cómo vicha esa rubiecita… Está muy bien… Si clavo un gol me vengo a festejar para este lado… 

No hay comentarios: