Desde Belo Horizonte
James Rodríguez, con esas iniciales, da para todo.
Podría ser llamado “el Bendito JR”, o presentarse como “Rodríguez, James
Rodríguez”, por ejemplo. Pero tuvo ya una mejor forma de aparecer en los cuatro
partidos que jugó en este Mundial, uno mejor que el otro, hasta ser postulado,
por qué no, como el mejor jugador del torneo hasta el momento.
Colombiano y procedente de un pequeño club, el
Envigado (donde ganó el torneo de Segunda a los 16 años), James recaló siendo
muy jovencito en la Argentina, en Bánfield. De hecho, es el debutante
extranjero más joven de la historia del fútbol argentino. Fue campeón en 2009
con Julio César Falcioni, un conocedor del fútbol colombiano por sus tantos
años en el América, y sus grandes actuaciones lo proyectaron al Porto y luego
al Mónaco del magnate ruso Ryboblev, donde comparte equipo con su compatriota
Radamel Falcao García, el gran goleador ausente en este Mundial.
Los números de James en esta Copa son tremendos. No
sólo por sus cinco goles, que ya de por sí lo colocan como el máximo anotador,
sino por la factura de sus acciones.
James no sólo es un jugador elegante, sino que
representa las últimas esperanzas de conservar en el fútbol aquellos cracks que
siguen queriendo ponerse la camiseta diez y jugar como organizadores, sin
miedo, para adelante, con clase, con estética.
En el primer gol, James la paró de pecho como si
hubiese leído un manual de técnica de fútbol, y le dio de lleno justo abajo del
travesaño, superando la estirada de Fernando Muslera. Fue tan perfecto el
remate, que la pelota tocó la parte interna del caño y se clavó adentro del
arco. Un gol perfecto, para usar en publicidades, en referencias al fútbol como
gran espectáculo.
El segundo, completamente distinto pero golazo al
fin, comenzó con Armero por la izquierda, cambiando la pelota para el otro lado
a manera de centro pasado, para que por la derecha, Cuadrado la cabeceara al
medio y James, entrando vacío, la empujó a la red. Golazo por donde se lo mire,
y gracias a la ayuda de todo el equipo, porque James juega gracias a que todos
juegan .
James Rodríguez tiene apenas 22 años y es muy
tímido. Tiene la sonrisa y la mirada de un niño, aunque al mismo tiempo sepa
tanto con la pelota, y ya es el continuador del juego del recordado “Pibe”
Carlos Valderrama, aunque parece tener mejor juego de largo, algo menos de
corto.
“Conozco a James desde que era un niño cuando jugaba
en la Argentina. Los talentos del fútbol son los que hacen cosas que no caben
en su experiencia de vida: Maradona, Messi, Suárez, James. Por lo que vi hasta
el momento, es el mejor de la Copa”, dijo Oscar Tabárez, el DT uruguayo que
acababa de ser vencido, con la corrección de siempre.
“Es un orgullo saber que él dijo eso de mí. Sólo
quiero ayudar a Colombia a llegar lo más lejos posible”, respondió James.
Pocos se acuerdan ahora de Falcao y no porque no
valga, sino porque, al contrario, el entrenador argentino José Pekerman
encontró un sistema de juego, de posesión del balón, que puede tener muchos
ejecutantes de nivel, que este equipo posee y usa bien.
Por eso los James, los Jackson Martínez, Teo
Gutiérrez, Adrián Ramos, Armero, Cuadrado, Sánchez y tantos otros.
James puede destacarse en buena forma gracias a eso.
Y ahora viene Brasil en cuartos de final, acaso el momento clave de su carrera,
con apenas 22 años de edad. Pero su cotización ya se disparó. Hoy ya es una
estrella mundial.
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