Apenas
si falta un día para que comience el vigésimo Mundial de fútbol, y más allá de la
expectativa que pueda generar en un país con tanta tradición como es Brasil,
hay demasiados problemas como para que todo transcurra con normalidad, a la
espera de una fiesta popular.
No
es que no vaya a haber fiesta en todo el país, no sólo en las doce subsedes,
sino que hay demasiados elementos que juegan em contra. El principal es que la
gente siente que es una fiesta que pueden espiar por la ventana pero a la que
son convidados de piedra, porque se dilapidan fondos que en este momento
deberían ir a mejorar la salud, la educación, las obras de infraestructura y
que sin embargo fueron a parar a bolsillos inescrupulosos, como cuando se dice
que cerca de 15 millones de dólares de derechos de transmisión fueron hacia el
ex presidente de la FIFA, Joao Havelange (internado por una dolencia a poco de
llegar al siglo de vida) y a su ex yerno Ricardo Texeira, ex presidente de la
CBF.
Desde
junio pasado, cuando se jugo la Copa Confederaciones, un público que ama el
fútbol se dio cuenta de que una cosa no quita la otra, y que aunque sería muy
bonito ver ganar a Brasil y derrumbar una cuenta pendiente desde 1950, con aquel
Maracanazo, eso no soluciona los problemas de la gente,. Sumado a que muchos
sindicatos (como los relacionados al transporte) ven la lógica ocasión para
presionar para sacar partido y buenos aumentos salariales, aunque reciban una
tremenda represión, especialmente por parte del mandatario paulista Geraldo
Alkmin, en el caso del paro de metro (subte).
Aquí,
todo lo que ocurre con la salud, la educación, lãs huelgas, el dinero que no se
invierte en infraestructura, tiene um nombre: Patrón FIFA, una manera de
indicar um modo de acción, una apropiación del torneo en manos privadas, y un efecto derrame em la población, a la que
le quedarán algunas migajas.
Lo
resume muy bien el columnista de Folha de São Paulo Vladimir Safatle; “La Idea
parecía perfecta tras el progreso de 32 millones de brasileros elevados a la
clase media, era la ocasión para mostrar un Brasil alegre, orgulloso de sí mismo,
con los publicistas trabajando en el efecto “superación”, como ascenso social,
y esa era la verdadera función de la Copa: completar la narrativa política de
transformación nacional apelando al acogimiento de la mirada extranjera. Pero el
problema es que no se tuvo la Copa. Habrá juegos, um campeón, estádios nuevos.
Pero el punto es que el desarrollo no consigue transformarse em mejor calidad
de vida y uno de los símbolos es Pelé diciendo que “es normal y que puede
ocurrir” cuando mueren obreros en la construcción de estos estadios”.
Sumado
a esto, la presencia de la represión policial-militar va determinando algo que
no es lo que la gente esperaba, y que ya demuestra que todo puede ocurrir. Al
menos algo que ni los estrategas publicitarios y los políticos no alcanzan a
percibir, y que anda merodeando en las sombras, y que va a depender,
seguramente, de mil factores, para demostrar su desencanto.
Luego
viene el temor del propio fútbol. Un temor larvado a que uma vez más, el
Mundial como local termine em manos del mayor adversario, Argentina. Algo que
la mayoría comenta por la calle a este enviado, y aunque lo dice sonriente, porque
es imposible que en este país encontremos gente antipática, se sabe que
preferirían cualquier cosa antes que ver a Lionel Messi alzando la Copa, aunque
muchos creen que ocurrirá.
Porque
si no confían em los políticos, menos em esta selección local tan cuestionada,
que viene ganando sus partidos de manera apretada, que no gusta ni entusiasma,
aunque muchos hayan ido a dar su apoyo al último entrenamiento, ayer, antes de
su viaje a San Pablo para afrontar lãs últimas horas antes de su debut mundialista ante Croacia.
Mientras
tanto, cuando cada selección ultima los detalles de su preparación, em la
concentración argentina de Cidade do Galo, a 27 kilómetros de Belo Horizonte,
unos 30m periodistas treparon unos 300 metros para tratar de seguir un entrenamiento a puertas cerradas decidido por Alejandro Sabella. No está claro
cuánto podrían sacar de una sesión táctica o de movimientos físicos
regenerativos.
La
función periodística, en estos últimos tiempos, se fue desdibujando hasta
degenerar en un inútil juego de suspenso con Sabella y su cuerpo técnico usando
binoculares para detectar a los “espías”, como si se escondiera un verdadero
tesoro. No sigue siendo más que fútbol, pero hay demasiados huecos, demasiados
espacios que rellenar.
Si
nos referimos a apoyo, uno que parece que lo va perdiendo, aunque siempre
ocurre cerca del inicio de los Mundiales, cuando más tiene que aguantar el
chubasco, es el presidente de la FIFA, el suizo Joseph Blatter, amenazado por un
importante sector de la Unión Europea (UEFA), que reunido horas previas del
inicio del Congreso del organismo mundial en San Pablo, decidió no apoyar un
quinto mandato desde mayo de 2015, fogoneada por el holandês Michael Van Praag
y el ex presidente de la UEFA, el sueco Lennart Johansson.
Blatter
cuenta con un claro apoyo de los representantes de Asia, Africa, Concacaf y
Conmebol, y tampoco es claro qué hará el actual presidente de la UEFA, Michel
Platini. “Si no se presenta en 2015, deberíamos buscar otro candidato”,
sostuvo, duro, Van Praag.
Por
si faltaba poço, apareció Diego Maradona, com SUS frases siempre impactantes,
como que “Blatter se lleva 4000 millones de dólares sin hacer nada. Es un Poder
feo, porque si se llevan 4000 millones y el campeón, 35, hay una diferencia que
no se puede creer y eso lo tiene que saber la gente”.
El
Congreso, por ahora, centro más las miradas en la bella presentadora Fernanda
Lima, la misma que brilló em la ceremonia del Sorteo de diciembre en Bahía, que
en el contenido. En todo caso, esta tarde habrá más definiciones políticas.
Claro que mientras esto ocurra cerca del estadio Morumbí, donde se reúnen los
dirigentes de FIFA, del otro lado de la ciudad, en el Arena Corinthians, muchos
querrán saber de boca de Luiz Felipe Scolari cómo llegan los verde-amarelhos al
partido debut.
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