Este artículo podría haberse titulado “El escándalo
que no fue”, porque todo estaba preparado para que ocurriera. El presidente de
la Federación Palestina de Fútbol, Jibril Rajoub, iba a montar un acto para
denunciar que Israel “no deja pasar a nuestros jugadores a representar a
nuestro seleccionado”, en las cercanías al Congreso de FIFA en el Transamérica
Expo Center, pero para su sorpresa, quedó completamente aislado.
Fuentes cercanas al dirigente palestino revelaron su
sorpresa porque no sólo no consiguió que en el seno de la FIFA se votara una
sanción a Israel (en pleno proceso de búsqueda de consensos desde el Papa
Francisco hasta la propia entidad madre del fútbol), sino que tampoco asistieron
en su apoyo desde la diplomacia residente en Brasil, como habrían prometido.
Desde la delegación futbolística palestina hubo
quejas “porque el presidente Joseph Blatter, a la hora de votar, dijo que no
funcionaba el dispositivo electrónico y que entonces los sufragios debían
realizarse a mano alzada y muchos no quisieron porque están atados a la FIFA en
el apoyo que reciben para el Mundial de Qatar y otras ayudas económicas”, se
excusaron.
Así como desde la Federación Palestina se busca una
sanción a la israelí “por restricciones de seguridad en el traslado de los
jugadores”, el presidente de la Federación israelí, Avi Luzon, sostiene que en
los últimos meses, esos problemas se redujeron dentro y fuera de Cisjordania y
Gaza, y sostiene que desde hace mucho tiempo que los palestinos “utilizan al
fútbol para ocultar grupos terroristas dentro de la región”.
La selección israelí participa en fútbol dentro de
la UEFA, la Unión Europea de Fútbol, debido a los conflictos regionales, para
evitar inconvenientes.
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