Desde Belo Horizonte
Por fin, hoy no tendremos fútbol. Y lo más extraño
del caso es que lo afirma un futbolero de ley, con ocho mundiales en la espalda
y nueve, si se toma el de 1978 como espectador adolescente. Es que es tal la
catarata de partidos que se vieron en la
primera fase, que acaba de finalizar, que es hora de balance, aunque ya sea
inminente la llegada de los octavos de final y en buena manera, el inicio del
“verdadero Mundial”, con equipos con mayor posibilidad de ganar el título.
¿Qué fútbol hemos visto hasta el momento en Brasil?
Una primera idea podría ser la de mejores espectáculos, con mayoría de partidos
abiertos, muchos goles y emociones a granel. Esto no lo habíamos vivido con la
misma intensidad en torneos anteriores y es para celebrarlo. Pero,
necesariamente, ¿esto significa que se esté jugando mejor al fútbol?
Creemos que no. Que es posible ver mejores
espectáculos, incluso mayor riqueza táctica por los distintos esquemas que se
presentan, con mayoría 4-4-2 y en algunos casos 4-4-1-1 o 4-2-3-1, y unos pocos
(entre ellos Argentina en algunos momentos) con 4-3-3, pero no significa eso
que técnicamente se haya avanzado demasiado.
Lo que sucede es que la mayoría de los equipos, con
esos esquemas señalados, salen a buscar el resultado y al abrirse, generan una especie de “toma y
daca”, o “ida y vuelta” muy emocionante, pero se observan dos ideas-fuerza: el
torbellino, es decir, un fútbol sin pausa, sin tiempo para pensar, y esquemas
con mayoría de volantes y defensores, y menos atacantes.
Alguien de tantos con los que uno conversa durante
el torneo hasta quedar afónico, llegó a sostener que “se marcan muchos goles,
los partido emocionan, pero de fondo, la mayoría se defiende como puede”.
Tácticamente, este Mundial comienza a mostrar el
ocaso de los llamados “números diez” o conductores. Equipos tradicionales como
Argentina, Brasil o Uruguay no los usan (Argentina directamente no trajo
ninguno), aunque los que sí los tienen, se destacan mucho (con sus distintas
características individuales, podríamos citar a James Rodríguez, a Eden Hazard,
a Mesut Ozil, a Wesley Sneijder) pero desde hace tiempo que en Europa, y luego,
copiado, en América, se utiliza una segunda línea de volantes por delante de la
defensa, con dos externos y dos internos (en Argentina, el tan cacareado “doble
cinco”), y con unop de ellos más atrasado y cercano a la defensa y otro más
adelantado, y cumpliendo desde lejos del área rival la función del reggista
(Gago o Pirlo) y arriba, una pareja de atacantes, con un extremo y un delantero
centro, o dos nueves, y son muy pocos los que juegan con tres arriba, ocupando
las dos puntas dela cancha.
Otro punto interesante de este Mundial pasa por la
falta de autenticidad de acuerdo a las tradiciones más preciadas. Asistimos a
cierto ocaso del fútbol africano, sin grandes equipos que se destaquen, y con
demasiada disciplina táctica por copiar modelos foráneos que atentan contra su
creatividad.
En este Mundial no aparecieron los Etoo, Miller,
Drogba, Nkono y tantos otros cracks que nos deleitaron. Demasiados entrenadores
europeos ocupan sus bancos. Tal vez sea hora de volver a las fuentes, pero no
parece fácil: todo se concentra en Europa, donde se paga mejor, pero los clubes
europeos han uniformado el fútbol con cierta lógica: si se quiere vender hacia
allí, hay que adaptar la táctica hacia eso. No hay chances: los agentes que
abren mercados buscan esos puestos en la cancha.
Así es que Brasil no tiene mucho manejo, o Argentina
habla directamente de “presionar para recuperar la pelota” antes de enfrentar a
Irán, aún teniendo al mejor jugador del mundo en sus filas.
Parece un Mundial americano, por los ocho
clasificados para octavos contra seis de Europa y dos africanos. En Sudamérica
les cuesta mucho a los europeos. Lo decía Javier Mascherano, que hace años que
juega en ese continente, en la zona mixta: “a ellos les cuesta Sudamérica por
el calor, la humedad, las canchas con césped más seco, y la cultura de la
imprevisibilidad”.
Acaso eso, la imprevisibilidad dentro de la cancha,
es lo que se va perdiendo. Cada vez menos ideas, menos lujos, menos brillo, más
velocidad, más dinámica y más deseos de llegar al arco contrario, aunque no se
sepa bien cómo y se llegue como se pueda.
Chile, Colombia y Costa Rica aparecen como las
revelaciones como equipos, con distintos sistemas, todos válidos. Portugal y
Cristiano Ronaldo, y la España campeona en 2010, aparecen como las grandes
decepciones.
Todavía queda mucho por descubrir y entre otras
cosas, el genio mayor, Messi, tiene varios conejos en la galera para sacar.
Este descanso de un día viene bien para renovar las esperanzas antes de que
tengamos que lamentar que todo pasó y que hay que esperar cuatro años más para
reencontrarnos con la fiesta mayor.
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