Desde Belo Horizonte
Llama la atención no leer ni escuchar más la palabra
“Scratch” para aludir a la selección brasileña. En España se suele utilizar
mucho la referencia a la “Canarinha”, que suena exagerada. Pero algo parece
haber con el complejo de que ya los verdeamarillos no son lo que eran, ni
siquiera con una Copa del Mundo en su propia casa.
“Digámoslo: para que nos complique un jugador de
medio pelo como (Mauricio) Pinilla, que pasó sin pena ni gloria por nuestro
fútbol local, es una muestra de lo que tenemos”, dice José Trajano en ESPN
Brasil, un canal que trabaja con mucha seriedad y cuyos periodistas no tienen
contemplaciones y se dedican a este oficio, el de informar y opinar, con rotundidad,
sin medias tintas, hasta cargar contra su propio equipo nacional, algo no muy
usual en la Argentina.
Si algo se observa en la buena prensa brasileña, que
abunda en medios orales y escritos, es la distancia que puede tomar de los
protagonistas. “Tenemos una generación mediocre de futbolistas, con la
excepción de Neymar, y es una selección muy limitada. Lamentablemente coincidió
con un Mundial en casa”, dice Paulo Vinicius Coelho en ESPN, en un programa que
sorprende por su calidad aunque sólo necesite una mesa redonda: “Linha de
Passe”, con reconocidos periodistas como los mencionados, y con la presencia
del gran Juca Kfouri, una voz autorizada y una de las más grandes plumas de
América, y hasta con un Juan Pablo Sorín perfectamente adaptado, de buen
portugués, y de acceso a los jugadores argentinos, ídolo desde sus tiempos del
Cruzeiro.
El programa tiene cronistas en cada uno de los
equipos del Mundial y hasta quien cubre a Uruguay editorializa desde la misma
concentración celeste y dice al aire que no entiende cómo los colegas
orientales toman tanto partido a favor de Luis Suárez o uno de ellos pueda
salir a defender al delantero en plena conferencia de prensa de jugadores de
ese país.
Desde el piso, uno de los columnistas directamente
afirma que cuando termine el Mundial, la CBF debería contratar a un entrenador
extranjero, como hicieron Colombia o Costa Rica, “porque esta selección no es
un equipo, no juega a nada y fue superado tácticamente en varios partidos”.
En el diario Folha de Sao Paulo, el columnista
político Ruy Castro directamente sostiene que la FIFA “es un Estado invasor” y
se refiere a “nuestras eternas incapacidades para cumplir plazos, respetar
acuerdos y proveer la seguridad” e cree que no todo pasa por el organismo de
fútbol internacional.
“Nosotros, los medios, somos esenciales para el
pesimismo, denunciando a la FIFA, o el fracaso de la preparación de la
infraestructura exigida para recibir a los visitantes y la diferencia entre el
costo estimado y el costo real”, escribe, y remata con que “nuestro “Imagina la
Copa” que comenzó como un chiste, terminó en una sentencia para nuestra
injustificable vocación para el subdesarrollo”.
Tostao, aquél crack de los años sesenta, campeón
mundial en México 1970 y médico, es además un gran analista y escribe en el
Folha de Sao Paulo que Chile “colectivamente es más que Brasil, e
individualmente, Brasil tiene dos zagueros excepcionales y Neymar. El problema
de Brasil no fue emocional. Fue técnico y táctico y habrá más sufrimiento, pero
aún así, continua siendo un fuerte candidato al título. Hay muchas selecciones
buenas, pero ninguna excepcional”.
En otra página, y con gráficos claros, el diario
aconseja qué se debe hacer para evitar ataques cardíacos durante los partidos,
con el título de “Aguanta Corazón”. Parece ser la tónica para los locales en la
Copa del Mundo, pero al menos tienen algo claro: pocos dirán desde los medios,
por anticipado, que son campeones. Saben lo difícil que está y hablan a calzón
quitado.
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