La selección argentina llega al estadio donde al día
siguiente deberá jugar alguno de sus partidos por la fase de grupos del
Mundial, pero los periodistas de todo el mundo, muchos de los cuales siguen al
equipo por su tradición, sus jugadores y en especial por tener a Lionel Messi,
se van sin entender muy bien.
No está el equipo titular. Su entrenador, Alejandro
Sabella, no lo da a conocer. Es, tal vez, el único equipo de los treinta y dos
del torneo que esconde absolutamente todo. Como si fuera clave para sacar algún
centímetro de ventaja, como si los tiempos y la tecnología no hubiesen cambiado
o como si hubiese un enorme misterio que ocultar.
Antes de su debut ante Bosnia, Sabella solía dar a
entender que ya tenía desde hacía tiempo pensado el equipo titular, y como
siempre había utilizado el sistema 4-3-3, muchos pensaron que así comenzaría,
pero no. Utilizó un sistema 5-3-2 porque siete meses antes había ganado un
amistoso a los balcánicos con este mismo esquema, aunque en el primer tiempo
del partido mundialista no le resultó y tuvo que cambiar.
Es que se suman dos elementos, que Sabella no piensa
un Mundial por partido, sino como un largo recorrido en el que puede llegar a
cambiar hasta cuatro esquemas tácticos de acuerdo al rival y a las
circunstancias (4-3-3, 5-3-2, 4-4-2 y hasta 4-4-1-1 de acuerdo al caso), y que
hay jugadores que siendo fundamentales (Gonzalo Higuaín y Sergio Agüero) no
llegaron en sus mejores condiciones al momento clave.
A Sabella se lo ve mucho más nervioso que durante
todo el ciclo, en el que se veía conforme en la medida en que el equipo fue
ganando partidos y se mostraba suelto para definir, algo que ahora no pasa.
“Hay jugadores que necesitan rodaje”, dice ahora, y acepta que “tenemos que
mejorar”.
Sin embargo, esta autocrítica no es repetida por la
mayoría de los jugadores, que dicen algo en la intimidad y otra cosa distinta a
los micrófonos, en los que repiten que “se jugó bien” ante un rival limitado
como Irán (1-0 sobre el final con gol de Messi), y se remiten a que llegaron
varias veces a las cercanías del área pero los asiáticos estaban muy atrás.
Aunque las mejores ocasiones de gol hayan sido para los rivales, que chocaron
contra un muy buen arquero Sergio Romero.
Angel Di María tuvo un contrapunto con un periodista
argentino, que le decía que el equipo no había estado jugando bien, pero el
delantero del Real Madrid seguía negándolo, y recordando una jugada de dos
toques junto a Agüero.
“A mí no me preocupa, y tenemos los dos partidos
ganados. Hay que seguir en la Copa y no mirar sólo lo malo, y hay críticas que
se pueden hacer públicas y otras que no”, suele decir Sabella, explicando por
qué no suele decir a la prensa lo que considera errores del funcionamiento.
Los jugadores, además, están aliviados con el
convencimiento de que no volvería a tocar en el Mundial un rival de las
características defensivas y físicas de Irán y en el cuerpo técnico se escudan
en Alemania. “Ganó por goleada en el primer partido, pero luego empató.
Nosotros ganamos los dos”, sostienen, basándose en los datos puros.
Al no haber demasiada información desde el equipo,
los periodistas se entretienen con la supuesta polémica entre Sabella y Messi,
armada por la prensa local por cuestiones más ligadas a la política nacional
que al fútbol (el entrenador tuvo algunas frases a favor del Gobierno y los
medios que lo enfrentaron a la máxima estrella del equipo pertenecen al grupo
opositor más importante).
Messi se limitó a decir que preferiría jugar con un
sistema 4-3-3 “porque así me siento más cómodo y mejor rodeado”, explicó, como
en el segundo tiempo del debut ante Bosnia. Sabella ya decidió seguir con el
4-3-3 mientras pueda pero no descarta cambios tácticos, ni tampoco en la
alineación titular.
Algunos insisten en que Messi manda. Sabella no
necesita gritar: “este es un plantel libre y democrático y la relación con
ellos es de afecto y respeto, y si quieren, les pueden preguntar a ellos
mismos”.
Cuando sabella dio la lista definitiva de 23
jugadores, uno de los exluidos fue Ever Banega, del grupo de amigos de Messi.
¿Se animaría el entrenador a sacarlo si el crack del Barcelona mandara tanto?
El entrenador vuelve a aclarar: “cuando Messi
declaró que prefería el 4-3-3, fui yo el que le dije que hablara con la prensa,
porque no tengo nada que esconder”.
El fútbol sigue ausente. Se habla poco, no se
informa demasiado, pero hay tiempo para que Sabella respire aliviado en el
Mineirao de belo Horizonte: “Por suerte, me toca sentarme en el banco
izquierdo, que fue en el que me senté en 2009, cuando con Estudiantes ganamos a
Cruzeiro la Copa Libertadores”. Menos mal.
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