Desde Porto Alegre
La estrella de Lionel Messi apareció desde que la
pelota comenzó a rodar por el Beira Río y con el gol tempranero parecía que
todo estaba dado para una fiesta de los miles de argentinos que coparon el
estadio para ver a su selección ante la nigeriana, pero todo fue un espejismo.
La selección argentina se mostró hoy en estado de
pureza. Exactamente la imagen que se tenía de los albicelestes antes de
comenzar el Mundial: matador arriba, tembladeral abajo. Esto se acentuó ante un
equipo con el poder de fuego del nigeriano, que apenas necesitó de segundos
para empatar y advertir que no todo estaba tan fácil y que lo bueno que hay en
el ataque rival, resbala cuando defiende.
Fue un volver a empezar, pero con el estado de ánimo
necesitando readaptarse al golpe, y la selección argentina decidió ir con algo
más de cuidado. Muy lento en la salida con los dos centrales, Gago y
Mascherano, la cosa cambiaba cuando la pelota quedaba en poder de los de
arriba, especialmente Di María y Messi. Porque Higuaín y Agüero siguen en deuda
en el torneo.
En el caso de Agüero, a la primera que forzó con un
remate, debió tirarse al suelo para que Alejandro Sabella lo cambiara. Sigue
arrastrando problemas físicos, fue reemplazado por Ezequiel Lavezzi y las
alarmas se encienden para los próximos partidos.
Cuando parecía que se iban al descanso con el
empate, llegó el golazo de Messi de tiro libre, que eleva su cuenta a cuatro
goles en tres partidos, la marca típica del crack en el Barcelona y en los
últimos tiempos en la selección argentina, alcanzando a Neymar en la cima de la
tabla de goleadores.
En el segundo tiempo, todo siguió igual. De saque,
esta vez Musa logró filtrarse por una impasible defensa argentina para empatar
rápidamente el partido otra vez, pero enseguida Rojo, con un cabezazo, colocó
el 3-2 y recién allí, con esta nueva ventaja, el equipo argentino decidió parar
la pelota, tocar y hacer correr los minutos, no sin evidenciar virtudes y defectos:
posibilidades de gol en cada aceleración, aunque desperdiciadas por Higuaín y
en menor medida por Lavezzi, e inseguridad defensiva en cada avance nigeriano.
Uno de los hechos más trascendentes fue la decisión
de Sabella de reemplazar a Messi por Ricky Alvarez, acaso para demostrar que
maneja las riendas del equipo y porque pocas veces en el Mundial tendrá margen
de maniobra para hacerlo: con el empate, Argentina quedaba primera en el Grupo,
y llevaba ventaja, por lo que el equipo albiceleste pasó a jugar con el sistema
4-3-1-2, con Alvarez por detrás de Lavezzi e Higuaín.
Sobre el final, Lucas Biglia ingresó por Higuaín ,
para cerrar el partido con un 4-4-1-1 aunque ya no había tiempo para nada.
La selección argentina, con los nueve puntos ganados
en la primera fase, entra ahora en la etapa crucial de los octavos de final. El
1 de julio, en el Arena Corinthians de San Pablo, espera por el segundo del
Grupo E, que surgirá esta tarde entre Suiza y Ecuador.
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